martes, 4 de mayo de 2010

El silencio del arzobispo Berlié

Sale a la luz otro caso de abuso de una menor por parte de un religioso yucateco. Los hechos datan de 1967 y la demanda fue entablada desde EU en 2002. La Arquidiócesis apenas hace días que removió al responsable.

Luis Castrillón

Documentos de la denuncia de Silvia Chávez Frynak contra el sacerdote Teodoro Baquedano Pech.

La iglesia cerrada, la misa dominical de las 10 de la mañana suspendida, los feligreses católicos de la comunidad de Nolo y el mismo sacristán del templo sin tener idea del paradero del padre Teodoro Baquedano Pech. Cuatro días antes, vía una nota del periódico Washington Post, se había hecho pública en Yucatán una denuncia en contra del clérigo por abuso sexual de una menor, y por lo que parecía el silencio ex profeso de la Arquidiócesis de Yucatán sobre el caso durante ocho años.

Hasta el domingo 25 de abril la Arquidiócesis local, encabezada por el arzobispo Emilio Carlos Berlié Belaunzarán, seguía en silencio. Ni su oficina de prensa tenía información que proporcionar. Con ese mismo sigilo, el padre Baquedano Pech había sido removido de la comunidad de Nolo, municipio de Tixkokob, desde el viernes 23, sin avisar a nadie en la comunidad. Bajo un arco formado por limonarias y una albarrada untada con cal, en su casa, a unos 300 metros de angosta calle de la iglesia del pueblo, Mateo Puch, sacristán de Nolo, comentaba, algo receloso de las preguntas: “No sabría decirle… a mí me vino el padre Amilcar, de Tixkokob, el viernes, y me dijo que el padre Teodoro ya no iba a estar, que él venía ahora a dar la misa y se iba a hacer cargo de las otras iglesias. Dijo que el padre Baquedano no iba a estar ya el domingo, desde el viernes, y que ahora él iba a dar la misa… No dijo a dónde fue el padre, yo no sé, sólo eso me dijo y luego se fue; viene a la misa de las seis, si quiere le pregunta a él, pero el padre Teodoro ya no está aquí”, insistió. Era domingo por la mañana.

La tarde anterior, el sábado 24, la vida de la pequeña comunidad rural, de apenas unos mil habitantes, transcurría normal: los niños llenaban el templo para el catecismo y algunas personas platicaban entretenidas, afuera. De entre los presentes todos coincidieron: “Sí, es un buen padre, muy agradable, lo atiende si viene usted”. El consenso fue que para ver al padre Teodoro Baquedano había que ir el domingo 25 y “agarrarlo” antes de la misa, “para lo que quiera platicar con él”. Lo mismo dijeron las jovencitas encargadas del catecismo y el comisario ejidal del pueblo, Alfredo Cocom, además de otros vecinos. Ninguno sabía que desde el día anterior el padre ya había sido removido del templo y que quizá no volvería más. Apenas tenía ocho meses como titular de esa iglesia.

EL SILENCIO DEL ARZOBISPO
El 21 de abril de este año, el Diario de Yucatán replicaba la nota publicada en el periódico Washington Post, donde se daba cuenta de la denuncia que hacía Silvia Chávez Frynak, luego de advertir y señalar durante 12 años a las autoridades de la Iglesia Católica en Estados Unidos y en México sobre un sacerdote que había abusado sexualmente de ella a finales de los sesenta: Teodoro Baquedano Pech, oriundo de Tixkokob, y en esos días aún párroco de Nolo. Esa tarde, el silencio sobre el caso que la Arquidiócesis yucateca había mantenido por casi ocho años se recrudeció al punto de volverse absoluto. Ni el arzobispo Emilio Berlié Belaunzarán ni el padre Jorge Herrera Vargas, vocero, estaban disponibles. Al día siguiente, Herrera Vargas afirmaba que ese mismo día emitirían un comunicado al respecto, lo que tampoco se cumplió.

En plena organización de los 15 años de la toma de posesión de Berlié Belaunzarán como titular de la Arquidiócesis yucateca, la publicación del hecho habría sacudido hasta los cimientos la misma Catedral de San Ildefonso, en Mérida, la primera construida por la Iglesia Católica en territorio continental en América, al inicio de la colonia. Ni siquiera allí se podía localizar al arzobispo. Un día después, el 22, la oficina de prensa de la Arquidiócesis sólo informaba que Herrera Vargas y Monseñor estaban en un “retiro”, como parte de la “Semana del Seminario” y acompañando en un momento importante a los futuros sacerdotes.

Pero el 21 de abril Berlié Belaunzarán no se enteró de las acusaciones contra el padre yucateco iniciadas en diciembre de 2002, ni de la existencia de Silvia Chávez, quien asegura que cuando tenía 11 años, en 1967, Baquedano abusó sexualmente de ella. El entonces obispo auxiliar de San Francisco, California, John C. Wester, envió una carta al arzobispo yucateco en la que le advertía de los señalamientos de Chávez sobre lo ocurrido en su perjuicio en 1967 y del riesgo que podía ser Baquedano Pech. Wester señala en la carta —proporcionada a M Semanal por Nurith Aizenman, reportera del Washington Post, con autorización de Silvia Chávez y sus abogados— que incluso le había informado del caso al anterior arzobispo, Manuel Castro Ruiz. La carta expone que la agraviada pasó por un proceso de casi 30 años tratando de dejar atrás el caso, pero después, al enterarse que Baquedano Pech seguía en su labor sacerdotal y que podría ser un riesgo para más menores, decidió hacer público el hecho y solicitar el apoyo de la Iglesia Católica en California a través de Wester.

El obispo californiano invitó a Berlié Belaunzarán a comunicarse con él para hablar del tema e incluso con Baquedano Pech para que éste expusiera sus argumentos, pero nada de esto ocurrió. Como única respuesta el padre de Tixkokob fue movido de una comunidad a otra por la Arquidiócesis de Yucatán, entre 2003 y 2010, hasta el pasado viernes 23, cuando fue —se sabría días después— “retirado” como “medida cautelar”.

Lo que sí hubo de parte de la Arquidiócesis fue una carta del padre Gabriel Gamboa Crespo, Vicario Judicial de la Arquidiócesis yucateca, firmada en febrero de 2003 y que responde, en nombre del Arzobispo Berlié, a la solicitud del obispo Wester. El documento —también proporcionado a M Semanal— señala que después de haber hecho la averiguación correspondiente, en la que se omitió dialogar con Chávez Frinak, no hubo indicios que pusieran en duda el desempeño de Teodoro Baquedano. Sin embargo, indica que “hemos tomado todas las precauciones conforme a su prudente consejo de restringirle el acceso a los niños y otras personas adultas vulnerables (sic)”. Pero en Nolo, los niños de la catequesis, aun cuando no la tomaran directamente con Baquedano, lo señalaron como un padre “amigable” y “amable”. Este tenía contacto con toda la feligresía, sin importar la edad.

Emilio Carlos Berlié Belauzarán, obispo de Yucatán, durante la misa por el arribo de la peregrinación anual a la Basílica de Guadalupe. Foto: Paola García

EL “RETIRO” DE BAQUEDANO
Al cierre de esta crónica, se desconoce el paradero de Teodoro Baquedano Pech. La Arquidiócesis de Yucatán sólo emitió un comunicado el lunes 27 de abril pasado en el que condenaba el abuso sexual a menores, manifestaba su solidaridad con las víctimas y sus familias y que “el Sr. Arzobispo deja claro que si alguno de sus sacerdotes comete este grave delito, será enjuiciado penalmente en los ámbitos civil y canónico”. En relación al caso del padre oriundo de Tixkokob, el boletín menciona que “el Sr. Arzobispo ha decidido, como medida cautelar, retirar provisionalmente de su oficio al presbítero Baquedano Pech hasta que se realice una profunda investigación que clarifique su situación legal y canónica, y se logre el esclarecimiento de la verdad”, y añade que “si bien se recibieron advertencias de una supuesta víctima, no contamos con una documentación oficial como base para iniciar contra dicho sacerdote un juicio canónico”. Ello, a pesar de los archivos que le fueron enviados al arzobispo desde 2002 y que incluyen la demanda legal interpuesta por Chávez Frynak con el respaldo de Mike Finnegan y Jeff Anderson, integrantes del despacho Jeff Anderson and Associates, especializados en apoyar a víctimas de abuso sexual por parte de representantes religiosos.

Más allá de la versión oficial pública de la Arquidiócesis, Berlié Belaunzarán no ha tenido comunicación con los medios de información, incluyendo M Semanal, que lo buscaron para declarar sobre los hechos. Silvia Chávez Frynak tampoco ha sido contactada por la Arquidiócesis local, que hasta estos días se ocupaba en preparar los festejos del 29 de abril por el décimo quinto aniversario de la toma de posesión de monseñor Berlié como arzobispo de Yucatán.

El abogado Jeff Anderson en su despacho de Saint Paul, Minnesota. Foto: EFE/Craig Lassig

Entrevista con Mike Finnegan, de Jeff Anderson and Associates

Luis Castrillón: ¿Es satisfactoria para ustedes y para la señora Chávez Frynak la decisión que tomó la Arquidiócesis de Yucatán de “retirar” al padre Baquedano de su labor pública?

Mike Finnegan: Lo más importante para la señora Chávez y nuestro despacho es que Baquedano Pech no esté cerca de niños. A la mayoría de estos sacerdotes se les ha permitido mantener el sacerdocio y tener acceso o cercanía con menores, mientras los obispos sólo manifiestan que deben vigilarlos. Esperamos sinceramente que no sea este el caso con Baquedano Pech. Verdaderamente espero que el arzobispo Berlié comience a tomar con seriedad el problema de los sacerdotes que abusan de menores. Le hemos proporcionado toda la información del caso de Silvia en 2002 y en 2006. Espero sinceramente que el padre Baquedano no vaya a abusar sexualmente de otros niños por la tardanza en alejarlo de su oficio sacerdotal.

LC: ¿Han tenido contacto o se han comunicado con el arzobispo Berlié Belaunzarán en Yucatán o con los abogados de la Arquidiócesis?
MF: No hemos tenido contacto con ninguno de ellos, pero estaremos dispuestos a compartir con ellos toda la información que tenemos sobre el caso.

LC: ¿Qué tan lejos se puede ir ya en este caso?
MF: No estoy seguro acerca de los aspectos criminales del caso, pero la demanda legal fue establecida y por ello no podemos hacer más en este momento. Sin embargo, podemos tratar de hacer todo lo posible para que otros niños no sufran lo mismo que la señora Chávez.

LC: ¿Estaría ahora forzada la Iglesia Católica en Yucatán a exponer públicamente al padre Baquedano y proceder en su contra, previa investigación abierta?
MF: Definitivamente creo que la Iglesia Católica en Yucatán debe proceder contra Baquedano Pech. Incluso, deberían iniciar una investigación en todas las parroquias en las que ofició en México. Además deben averiguar sobre la posibilidad de que exista cualquier otra persona que haya sido violada o abusada sexualmente cuando niño, ya sea por el padre Baquedano o por cualquier otro sacerdote.

LC: ¿Cuál es la experiencia de trabajar en casos como éste?
MF: Estoy profundamente honrado de trabajar con personas con el coraje de la señora Chávez. Es esa gente la que me inspira. Le ha tomado un tremendo esfuerzo y valor hablar y exponer lo que le ocurrió. Jeff y yo continuaremos hacienda todo lo que esté en nuestras manos para asegurarnos que los niños estén seguros y no padezcan este sufrimiento.

Milenio
04 de mayo de 2010

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