• La grabación clandestina de una reunión en Roma prueba el malestar del movimiento
• Documentados 20 casos de vejaciones en España a cargo de miembros de la orden
JUAN RUIZ SIERRA
MADRID
Hace un par de semanas, poco antes de conocerse que el Vaticano piensa nombrar a un comisario para limpiar y renovar la Legión de Cristo Rey, el vicario general de esta orden, Luis Garza, se reunió durante tres horas en Roma con 250 legionarios. El encuentro, a cuya grabación ha tenido acceso EL PERIÓDICO, es como un termómetro que calibra el estado de ánimo del poderoso movimiento fundado por el mexicano Marcial Maciel, a quien la Santa Sede, tras una investigación de ocho meses, imputa «verdaderos delitos». Protegido de Juan Pablo II, Maciel, fallecido en el 2008 a los 87 años, fue morfinómano, polígamo, padre en al menos cuatro ocasiones y múltiple agresor sexual. «No hay verdad ni transparencia. Me siento traicionado. Hay superiores que todavía tienen fotos del fundador en sus despachos. Es como si yo tuviera una foto de Jack el Destripador», le dice un religioso a Garza, que minutos antes ha solicitado a los reunidos que no pierdan la «ilusión». El símil no es demasiado hiperbólico: una asociación de exlegionarios tiene documentados 160 casos de abusos cometidos por Maciel.
Está, por ejemplo, José Antonio Pérez Olvera. Siendo un novicio, fue citado por Maciel en la enfermería de la congregación en Roma. El fundador de los Legionarios le dijo que su hermano –el de Pérez Olvera, también en la orden– se masturbaba en exceso y que para ayudarle a refrenarse necesitaba una muestra de su semen, pero que no podía pedírselo porque le faltaba «confianza», así que había pensado que, ya que la genética de uno y otro eran similares porque compartían padres, él debía hacer el «esfuerzo»: Maciel acabó masturbando a Pérez Olvera. O el caso de Francisco González Parga, quien en su testimonio da menos detalles, pero afirma haber sido «víctima a corta edad de abusos sexuales directos, perpetrados con engaños premeditados por el padre Maciel». Y así hasta 160.
SUPUESTA DEMENCIA / Durante el reciente encuentro en Roma, Garza, el vicario general, no pone en cuestión la analogía enunciada por su subordinado entre el fundador de la congregación y el asesino en serie más famoso de la historia, e incluso tilda al primero de «demente», pero también dice que los abusos de Maciel nunca llegaron a oídos de sus inmediatamente inferiores. «La Legión intenta ahora transmitir el mensaje de que todo se debía a Maciel, qué él era la única manzana podrida. Pero eso es mentira», sostiene Patricio Cerda, miembro de la orden durante dos décadas y secretario de la Asociación de Ayuda a los Afectados por las Enseñanzas de los Legionarios de Cristo.
Más allá de las 160 vejaciones de Maciel, su grupo tiene documentados otros 40 casos cometidos por otros sacerdotes o religiosos del movimiento, 20 de ellos en España. Todos han prescrito. «Había muchos más abusadores, y eran quienes habían sido previamente agredidos por Maciel. Reproducían las mismas pautas, los mismos esquemas», cuenta Cerda, quien se reunió a finales del pasado año con Ricardo Blázquez, uno de los cinco obispos que se han ocupado de investigar a la orden en todo el mundo; y con Joseph Ratzinger en el 2002, cuando este ocupaba el cargo de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y todavía no era papa. Fue Ratzinger, ya como Benedicto XVI, quien expulsó en el 2006 a Maciel del Vaticano y le ordenó llevar una vida de «oración y penitencia».
Hasta entonces, las denuncias habían llegado sin pausa a la Santa Sede, pero no se tomaron medidas. Maciel era uno de los grandes movilizadores de masas del catolicismo contemporáneo: garantizaba que las plazas y estadios que visitaba Juan Pablo II en sus múltiples periplos por el mundo estuviesen repletos de gente. Y, como publicó hace un mes la revista norteamericanaNational Catholic Reporter en un extenso y muy documentado reportaje, repartió dinero a espuertas entre la jerarquía vaticana –incluido el cardenal Angelo Sodano, secretario de Estado de la Santa Sede entre 1991 y el 2006– para blindarse de las cada vez más serias denuncias y acusaciones.
EL PRETEXTO DE UN FALSO MASAJE / Una víctima a la que se conoce simplemente como Aaron, de nacionalidad irlandesa, explica que en 1995, cuando tenía 16 años y se encontraba en el noviciado de la congregación en Dublín, fue forzado a masturbar al padre Eoghan Devlin con la excusa de que este necesitaba «un masaje». «A finales del 2000, cuando ya había salido de la Legión, leí por vez primera lo que les había pasado a otros legionarios en años anteriores a manos de Maciel –narra Aaron–. Y era lo mismo. Exactamente lo mismo. Maciel pidió a esos niños que lo masajeasen porque estaba enfermo y tenía permiso del papa Pío XII para que lo masturbasen».
El pasado miércoles, el obispo Ricard Watty, otro de los cinco investigadores del Vaticano, también indicó que la siniestra sombra del fundador de la Legión de Cristo –al movimiento, según sus propias cifras, pertenecen 70.000 personas, 800 de ellos sacerdotes– había contaminado a los otros miembros de la orden. «Hay muchos elementos de la personalidad del padre Maciel que sí impregno [al resto del movimiento]. De todo eso hay que liberar a la Legión. Son personas buenas, pero en una cubierta muy dañada, mala», manifestó el prelado a la televisión mexicana Televisa.
LOS MIEMBROS, AHOGADOS / «Nos estamos ahogando –concluye el sincero sacerdote que compara a Maciel con Jack El Destripador en la reunión en Roma con el vicario general de la orden–. Es un poco como el chiste: ‘Mamá, mamá, yo no quiero ir a América’, dice el hijo. ‘Pues cállate, niño, y sigue nadando’, contesta la madre».
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