Por David Wilkerson
El tiempo de los gentiles ya casi está por acabarse. Dios nos ha dado bastante aviso de que el Espíritu no contendrá para siempre con los rebeldes. Pero antes de que esta generación venga bajo el justo castigo del Altísimo Dios, una gran restauración está profetizada.
“Yo os restituiré los años que comió la oruga, el saltón, el revoltón y la langosta, mi gran ejército que envié contra vosotros” (Joel 2:25).
El Salmista David dijo que el justo “Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo…con hojas que no se marchitan…y todo lo que hace prosperará” (ver Salmo 1:3). Pero esa promesa es para aquellos que se han separado completamente de los malvados, y rehúsan caminar por el camino de los pecadores. Es sólo para aquellos que son estudiantes devotos de la Palabra de Dios, y que meditan en ella día y noche.
“No así los malos” dice David (v.4). Se vuelven débiles, se marchitan, y son llevados por cualquier viento o corriente de doctrinas. A los que se comprometen con el mundo, se los compara con los árboles marchitos, enfermos y corrompidos con toda clase posible de gusanos.
Esto describe a muchos que profesan ser Cristianos en la casa de Dios hoy día. Descuidan la lectura de la Biblia; están muy preocupados para orar y edificarse en la fe. Están cómodos con los impíos y toman su asiento entre los burladores.
Un ejército de gusanos ha estado comiendo las vidas de una multitud de Cristianos apartados. Por fuera, ellos parecen ser árboles plantados junto a las aguas –pero por dentro están corrompidos, débiles, enfermos. ¡Ya no dan fruto! Se están secando espiritualmente. El saltón ha hecho su trabajo destructivo contra la corteza del árbol. Y así es con el pecado –está comiendo desde lo profundo a aquellos que se extravían de la presencia del Señor.
Dios nos ha dicho cómo va a traer esta gran restauración. Primero, él derramará su Espíritu Santo en tal abundante manera que traerá sanidad y fortaleza a todos los árboles de su bosque. El gusano del pecado comenzará a perder su poder mientras el pueblo de Dios vuelve a la lectura de la Biblia. Una revelación poderosa del nuevo pacto del Señor hará que el pueblo de Dios sea tan audaz como los leones. Sí –créalo– un avivamiento de fortaleza espiritual y de sanidad divina va a ser derramado de lo alto.
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