sábado, 24 de abril de 2010

Ministros de culto y abuso sexual, ¿existen cifras en México?: Un acercamiento estadístico

C I E N C I A e r g o   s u m , Revista Científica
Multidisciplinaria de la Universidad Autónoma del
Estado de México, V o l . 10 (1), marzo- junio 2 0 0 3.
Sección de Ciencias Humanas y de la Conducta.

Introducción

En México, la mayoría de las religiones y denominaciones no objetan hacer del conocimiento público el número de miembros con que cuentan. Algunas, de hecho, publican activamente cifras y datos –a menudo imprecisos y/o inflados– con motivos publicitarios. El acceso a la información financiera, sin embargo, no es tan fácilmente asequible para los investigadores de las religiones. En contraste, en otros países existen mecanismos voluntarios de transparencia que facilitan esta labor. Los recientes escándalos por paidofilia en los Estados Unidos repercutieron en México como consecuencia de la globalización de la comunicación. Al hacerlo, evidenciaron que el tema de la conducta sexual de los ministros ante sus feligreses es un tema mejor custodiado que el de las finanzas. Más aún, en el proceso de intentar recabar datos al respecto, son observables interesantes resistencias, esfuerzos para obstaculizar el acceso a dicha información, y estrategias para desautorizar y descalificar cualquier cifra que cuantifique el abuso sexual cometido por ministros. Además de los retos metodológicos que dicho escenario presenta para los investigadores, son interesantes los efectos de la supuesta ausencia de cifras en la discusión pública y en materia de derechos humanos, particularmente el derecho a la información de los feligreses.

No todas las religiones y denominaciones actúan así en todos los países. Por ello existen estudios que sirven como base para tener un acercamiento estadístico que nos permita valorar la extensión y prevalencia de estos fenómenos a nivel global, y cómo se comparan con otros ámbitos del quehacer profesional: por ejemplo, el médico y el psicoterapéutico. Partiendo de la información disponible, se presenta primero una panorámica global que abarca a los Estados Unidos, África y una porción de Europa, con el fin de contextualizar el problema. La segunda parte se enfoca a México. Usando metaanálisis, estudios de campo, datos empíricos y estadísticas, se presenta una aproximación cuantitativa preliminar, y datos cualitativos que se desprenden de las mismas, sobre el abuso sexual cometido por ministros de culto de diferentes afiliaciones.

1. Panorámica global

En su tesis doctoral, Richard Blackman (1984) estudió a 302 ministros metodistas, 404 pentecostales, 300 pastores presbiterianos y 190 clérigos episcopales en los Estados Unidos. El 38.6% del total de su muestra admitió haber tenido “algún tipo de contacto sexual” con uno o más miembros de su Iglesia. El grueso del grupo estudiado se componía de hombres y la gran mayoría de contactos sexuales ocurrieron con mujeres.

Del total, 12.7% de los pastores admitió haber consumado relaciones sexuales con alguna feligresa. En contraste con la cifra de 38.6% en la investigación de Gatrell et al. (1995), sólo 12% de los médicos estudiados había tenido “algún tipo de contacto sexual” con pacientes. La diferencia entre el 38.6% de los ministros evangélicos y protestantes, y el 12% de los médicos, es de 26.6%: más del triple de incidencia.

En Psychology Today, Sherman reportó en 1993 una cifra similar a la de los médicos cuando publicó una investigación sobre el comportamiento de trabajadores sociales, psicólogos y psicoterapeutas. La incidencia de conducta sexual inapropiada con pacientes (no necesariamente coito) resultó ser de entre 7% y 13% (Sherman, 1993). En 1992, una investigación canadiense sobre la ética de médicos familiares, ginecólogos y doctores de otras especialidades había reportado un porcentaje menor al del estudio de 1995 de Gatrell. La cifra fue de 9%, y sin embargo fue considerada escandalosamente alta por las autoridades y la sociedad (ibid.).

El shock que provocó la publicación de esos resultados hizo que se tomaran serias medidas para reducir el índice de profesionales de la salud que se involucraban sexualmente con sus pacientes.

En otra investigación, publicada en el Journal of Pastoral Care, se encontró que por lo menos 14.1% de los pastores de la Convención Bautista del Sur, una de las denominaciones evangélicas más numerosas y conservadoras de los Estados Unidos, ha tenido contactos sexuales. Entre ellos, 70.4% tiene conocimiento de otros pastores dentro de la misma denominación que han tenido este tipo de deslices con miembros (en general del sexo femenino) de su Iglesia.

Por el lado de la feligresía, 24.2% de los pastores bautistas del sur le ha tocado atender a alguna mujer que se ha involucrado en relaciones sexuales con algún ministro de la  misma denominación (Seat et al., 1993).

Una encuesta aplicada a ministros de los Estados Unidos, realizada por la conocida revista Christianity Today, concluyó que 12% de los pastores evangélicos protestantes ha tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio durante su ministerio (Leadership, 1988). De ellos, 17% incurrió al mismo tiempo en comportamientos ilícitos al realizarlas con mujeres que se encontraban recibiendo consejería terapéutica directamente bajo su cuidado pastoral (equivalente en cierta forma a una relación médico-paciente). Esto añade al fenómeno, de acuerdo a Marie Fortune (1992), un componente de explotación y abuso de poder.

Por otra parte, la Iglesia Metodista Unida, en un reporte interno publicado en 1990, sacó a la luz que 77% de las mujeres ministros en esa denominación reportaron haber sido objeto de hostigamiento sexual en su ámbito de trabajo;  lo mismo que 37% de las empleadas administrativas y 48% de las mujeres estudiantes de sus seminarios (TUMC, 1990). En el caso de la Iglesia Unida de Cristo, el porcentaje de hostigamiento sexual fue similar (UCWS,1986).

Las cifras anteriores son más significativas si se considera que las denominaciones representadas en los estudios se encuentran entre las más numerosas e influyentes en todo el mundo, y varias se distinguen por enseñar una moral  estricta y conservadora. La estadística comparativa de inmediato permite observar una dimensión particular del problema cuando se tiene en cuenta que en el caso de la profesión médica, la incidencia de casos de abusos es menor en una proporción de uno a tres.

Por otra parte, es interesante notar que el porcentaje de ministros del sexo femenino que son objeto de hostigamiento sexual en la denominación metodista, son superiores a los que se reportan, por ejemplo, en religiones como el judaísmo (CWE, 1993).

En resumen, el porcentaje de abusos a pacientes por parte de profesionales  de la salud en los Estados Unidos es más bajo que en importantes denominaciones evangélicas y protestantes y, como se verá más adelante, que en la Iglesia Católica. Las implicaciones prácticas para los creyentes son claras: corren más riesgo de ser explotados sexualmente por un pastor o un sacerdote, que si acudieran a consultar a su médico o a un psicoterapeuta.

2. Catolicismo: la crisis mundial por la paidofilia

Desde hace más de una década ha sido notorio que amplios sectores del clero de la Iglesia Católica atraviesan por una crisis de ética y credibilidad. Así lo evidenciaron desde 1993 las declaraciones públicas del papa Juan Pablo II que expresaban preocupación por la cantidad de sacerdotes católicos en los Estados Unidos acusados de abusar sexualmente de menores.

Dichas declaraciones ocurrieron poco después de que Jason Berry, un periodista católico, diera a conocer a la opinión pública nacional casos como el del padre Gauthe y otros sacerdotes paidófilos en el estado de Louisiana. Tanto los artículos periodísticos, y eventualmente el clásico libro de Berry (2000), cimbraron a propios y extraños. El problema, evidentemente, era real y muy grave. Para 1997, uno de los casos de pederastia más publicitados por los medios de comunicación terminó con una histórica condena judicial contra la diócesis de Dallas, Texas. Fue sentenciada a pagar una indemnización de cerca de 120 millones de dólares a varias  víctimas de abuso sexual por su papel culposo en el encubrimiento activo del sacerdote Rudolph Koss, quien perpetró violaciones en serie a menores durante un periodo de varios años con conocimiento de sus superiores (Associated Press, 1997; Siglo 21, 1997; Cavestany, 1997).

Actualmente, el investigador católico Richard Sipe estima que alrededor de 6% de los más de 46 mil sacerdotes católicos en los Estados Unidos han cometido actos de abuso sexual contra niños. Esto arrojaría una cifra de alrededor  de tres mil clérigos involucrados exclusivamente en paidofilia.

Dicha cantidad no incluye a diáconos, personal administrativo y laicos en posiciones de liderazgo que han cometido abusos similares, sino sólo a sacerdotes.

Por su parte, la abogada tejana Sylvia Demareset reporta que actualmente hay más de 1,500 sacerdotes formalmente acusados ante la justicia estadounidense de crímenes sexuales contra menores de edad. Sólo en Kentucky existían, hasta el 8 de junio de 2002, 122 nuevas demandas contra sacerdotes pederastas y parroquias responsables de encubrirlos.

Estas cifras, sin embargo, se enfocan casi exclusivamente en paidofilia homosexual. El abuso a niñas y mujeres adolescentes no está incluido, ni tampoco el uso del secreto de confesión para seducir a mujeres adultas, casadas o solteras.

 

Desde hace más de una década ha sido notorio que amplios sectores del clero de la Iglesia Católica atraviesan por una crisis de ética y credibilidad.


Además de la rotación de clérigos paidófilos de parroquia en parroquia –algunos dentro, otros fuera de los Estados Unidos–, hasta fines de diciembre del año pasado la Iglesia Católica de los Estados Unidos había removido formalmente de su cargo al menos a 365 sacerdotes acusados de abuso a menores. La mayoría, sin embargo, mantuvieron su estatus oficial de sacerdotes. De enero a junio de 2002 –en medio del escándalo actual por encubrimiento a sacerdotes pederastas que inició en la diócesis de Boston– han sido retirados de su cargo por la Iglesia otros 218 curas. La mayoría de ellos tenían ya expedientes parroquiales con denuncias de agresiones a menores. Desde enero de 2002, se han presentado alrededor de 300 demandas civiles contra iglesias y parroquias católicas en 16 estados de la Unión Americana. También han renunciado algunos obispos –como el de Palm Beach, Florida– acusados de abusos sexuales contra seminaristas ocurridos hace tiempo.

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