3. Panorámica europea
A diferencia de los Estados Unidos, en Europa existen pocas cifras disponibles sobre ministros y abuso sexual. Podemos observar, sin embargo, casos notorios recientes de paidofilia homosexual y explotación heterosexual de altos jerarcas. En Alemania, el obispo auxiliar de Maguncia, F. Eisenbach, fue denunciado este año por una catedrática universitaria de haberla agredido sexualmente durante una sesión de exorcismo que éste le practicaba. En abril pasado el papa Juan Pablo II aceptó su renuncia. Un mes antes, en marzo, el papa aceptó la dimisión forzada del arzobispo de Poznan, Polonia, Juliusz Paetz, connacional y persona cercana a él, quien trabajó en el Vaticano de 1967 a 1976. El arzobispo Paetz fue investigado recientemente por una comisión enviada directamente por el papa y fue hallado culpable de “conducta inapropiada” contra varios seminaristas y sacerdotes jóvenes que lo denunciaron por diversas agresiones sexuales en el pasado. Otro obispo irlandés, país de mayoría católica, también renunció recientemente admitiendo cargos similares. El caso más notorio, sin embargo, porque involucra al clérigo católico de más alto rango hasta la fecha, ha sido el del cardenal austriaco Hans Hermann Groer, quien, recién nombrado, fue obligado a abandonar su cargo en 1998, cuando la opinión pública austriaca se enteró de su presunto pasado como paidófilo.
La paidofilia homosexual, sin embargo, no es de ninguna manera el único fenómeno sexual prominente entre los ministros católicos. En marzo de 2001 se hicieron públicas denuncias hechas a muy alto nivel sobre el abuso generalizado de monjas en África por parte de sacerdotes, y el en-cubrimiento del Vaticano (The Tablet, 2001: 403). La realidad y magnitud del problema fue descrito en un reporte por sor María McDonald, madre superiora de Las Misioneras de Nuestra Señora de África. Su informe titulado El problema del abuso sexual a religiosas africanas en África y Roma fue minimizado por oficiales del Vaticano. El padre Noktes Wolf, abad primate de los monjes benedictinos ha afirmado, sin embargo, que el abuso continuo de monjas africanas es una realidad y no un asunto de casos aislados (Allen y Schaeffer, 2001).
El problema en África no se circunscribe a un solo país. En el continente africano, de acuerdo con un reporte nunca desmentido, publicado por la revista Time en 1994, alrededor de “tres cuartas partes de los sacerdotes africanos están, en efecto, casados y criando hijos” (The Tablet, 2001: 432). La frase “en efecto” significa en términos canónicos de facto, no de jure, pues sabemos que uniones de concubinato, o aun matrimonios civiles de sacerdotes no son considerados legítimos por el Vaticano. El punto a ilustrar con esto es que los sacerdotes católicos africanos en general no cumplen con el dogma del celibato y es común que tengan relaciones de concubinato, matrimonios civiles o romances pasajeros con mujeres de sus comunidades (véase Allen y Schaeffer, 2001). Si esto es así, entonces surge la pregunta: ¿por qué entonces los abusos precisamente contra monjas y religiosas? En África, las monjas se han convertido en un grupo especialmente vulnerable porque el voto de castidad las hace candidatas menos probables para ser portadoras del virus del SIDA. Por lo tanto son consideradas “compañeras sexuales seguras” por muchos clérigos.1
La extensión y falta de respuesta de este fenómeno ha provocado protestas formales de parte de monjas a muy alto nivel. Por ejemplo, la Conferencia de Estudio de las Hermanas de África Oriental (SEASC) denunció formalmente estos abusos, a través de sus delegadas, ante la Conferencia de Obispos de África Central y Oriental (AMECEA) luego de su reunión, en Kampala, Uganda, en agosto de 1995 (O’Donohe, 1995: 433). La SEASC tiene la representación de 15 mil monjas de ocho países africanos y tiene una fuerza considerable. En su queja formal decían: “Consideramos esto un asunto de justicia el cual creemos que ya no puede ser ignorado”.
Por su parte, el Parlamento Europeo aprobó por mayoría de votos el 5 de abril de 2001 en Estrasburgo, una resolución oficial titulada Sobre la violencia sexual contra las mujeres y en particular contra religiosas católicas. El documento, de carácter público, se solidariza con las víctimas, exige al Vaticano que destituya de sus cargos a los sacerdotes y obispos responsables de explotar sexualmente a las monjas, y pide “que cooperen con las autoridades judiciales”, a las cuales llama a proceder jurídicamente contra los responsables (Parlamento Europeo, 2001).
4. Latinoamérica y México
En los Estados Unidos existen alrededor de 30 millones de hispanos, la mayoría de origen latinoamericano. Alrededor de 25% de la membresía de la Iglesia Católica estadounidense, así como una parte importante de las grandes denominaciones pentecostales e iglesias protestantes y evangélicas mencionadas en los estudios citados al inicio de este capítulo, son latinos. Asimismo lo son una cantidad considerable que ha ingresado a agrupaciones como los Testigos de Jehová. William H. Bowen ha acumulado suficiente información para documentar casi 24 mil casos de paidofilia y efebofilia dentro de los Testigos de Jehová en su país. La mayoría involucra abusos a niñas victimizadas indistintamente por laicos, personal administrativo y líderes del sexo masculino. Muchos de ellos, afirma Bowen, han sido protegidos por las políticas patriarcales dictadas por los máximos dirigentes de la organización Watchtower. En una entrevista con el autor de este artículo (15 de junio de 2002), el investigador expresó su preocupación por lo que sucede al interior de las comunidades latinas de Testigos de Jehová en los Estados Unidos. Bowen no ofrece cifras finales aún, pero basado en datos empíricos y estudios de caso, considera que la incidencia y encubrimiento es mayor en las comunidades latinas que en los Salones del Reino de anglosajones.
En Latinoamérica, para muchos sectores sociales parece ser tabú el tema de los ministros de culto y su sexualidad. Aun así, uno de los datos más claros provenientes de la Iglesia Católica, fue proporcionado en 1990 por el arzobispo Bartolomé Carrasco, quien estuviera al frente de la diócesis de Oaxaca. Carrasco reportó ante el Vaticano que 75% de los sacerdotes bajo su jurisdicción no cumplían el dogma del celibato (Carrasco, 1998 o ¿1995?). Muchos de ellos estaban sosteniendo relaciones de concubinato, las cuales, necesariamente, de acuerdo con los criterios de Marie Fortune, conllevan implícitamente un abuso de poder por causa de su investidura jerárquica.
A pesar de los tabúes, empiezan a surgir estudios y cifras concretas de la extensión del problema. Por ejemplo, los trabajos de campo de la antropóloga Paloma Escalante, sugieren que en parroquias pequeñas de zonas rurales hay una incidencia importante de casos de sacerdotes católicos que abusan sexualmente de jovencitas, sobre todo de trabajadoras domésticas o voluntarias que les ayudan. También enfatiza que muchos casos tardan décadas en ser reportados y a veces nunca lo son, debido a factores psicológicos y antropológicos, propios de la cultura latina (Escalante, 2002 y Rodriguez-Tovar, 2002).
En México, país con la mayor concentración de católicos en el continente después de Brasil, el Departamento de Investigaciones Sobre Abusos Religiosos (DIAR), organismo no gubernamental de defensa de los derechos humanos, publicó en mayo de 2002 los resultados de un estudio de 280 denuncias contra ministros y líderes de diferentes denominaciones y religiones. Del total, el 35% son agresiones sexuales, 50% son fraudes y casos de explotación económica, y 15% caen en la categoría de violaciones diversas a los derechos humanos. Estos incluyen la coerción a través de amenazas para impedir que personas dejen tal o cual secta o religión, intimidación, persecución, intolerancia y el impedir la libertad de creencias (DIAR, 2002).
5. Grupos de alto riesgo
En el mencionado estudio, la mayor parte de los afectados son mujeres (55%), seguidos por menores de edad (30%). Sólo 15% son hombres adultos. Estos resultados ubican definitivamente a las mujeres y a los niños como los grupos sociales más vulnerables y de más alto riesgo. El DIAR indica que la mayoría de las denuncias que recibe son contra ministros de iglesias y grupos no católicos diversos, de corte carismático neopentecostal y pentecostal, seguidas por líderes de denominaciones evangélicas, protestantes históricas, sacerdotes católicos y las llamadas sectas destructivas. En la mayoría de los casos, con algunas notables excepciones, las denuncias señalaban a ministros, no a organizaciones, como responsables.El DIAR afirma que dichas cifras no significan que en las iglesias católicas de México, o en general de Latinoamérica, ocurran menos abusos que en otros grupos religiosos. Explica la diferencia más bien en términos de una mayor disposición de los evangélicos a denunciar ilícitos debido a una mayor concientización de sus derechos humanos y menos temor supersticioso a los líderes o a la institución religiosa.Asimismo enfatiza que, en contraste, cuando las denuncias involucran a la institución religiosa y no sólo a un líder, la Iglesia Católica tiene más denuncias, los casos son más graves, e involucran a mayor número de afectados que en otras organizaciones. Un ejemplo es el caso del sacerdote católico Juan Aguilar, de Tehuacán, Puebla, acusado penalmente desde 1997 de abusar sexualmente de sesenta menores que estudiaban catecismo en su parroquia. Actualmente el sacerdote está sujeto a un proceso penal que incluye el delito de corrupción de menores. Hoy está prófugo de la justicia, huyendo para evadir una orden de aprehensión.2 Para el DIAR, la intervención de la diócesis para encubrirlo ha sido determinante.
Basado en datos empíricos en casi una década de trabajo, el Departamento de Investigaciones sobre Abusos Religiosos calcula que alrededor de 30% de los 14 mil sacerdotes católicos en México son responsables de haber cometido algún tipo de abuso de índole sexual contra feligreses o personas de sus comunidades (Vera, 2002). Esto incluye no sólo la tan publicitada paidofilia homosexual, sino también la heterosexual (contra niñas), así como el estupro y el uso del secreto de confesión para explotar vulnerabilidades sexuales de mujeres casadas o solteras.
En Latinoamérica, para muchos sectores sociales parece ser tabú el tema de los ministros de culto y su sexualidad. |
En España, un estudio respaldado metodológicamente por J. Manuel Cornejo, Jefe del Departamento de Investigación de la Facultad de Psicología de Barcelona, arrojó como resultado que 33% de sacerdotes ha cometido algún tipo de abuso sexual a menores. Dicha investigación reporta, además, según una muestra de 354 sacerdotes, que en España, 53% –más de la mitad– sostienen relaciones sexuales con mujeres adultas (Rodríguez, 1995).
Pueden leer el artículo completo de la fuente que es "Ministros de culto y abuso sexual, ¿existen cifras en México?: Un acercamiento estadístico"
ResponderEliminarhttp://www.sectas.org/SeccionesEspeciales/monjasvioladas/ergosum.asp