viernes, 23 de abril de 2010

En “shock”

ROMA.- En el contexto del cumpleaños número 83 de Joseph Ratzinger, celebrado este viernes 16 de abril, y del quinto aniversario de su papado, que se cumplirá el lunes 19, el Vaticano vive la más fuerte crisis de los últimos 140 años, a raíz de los escándalos de clérigos pederastas que han motivado la exigencia de que Benedicto XVI renuncie.

Mientras que en la ciudad natal de Ratzinger, Marktl am Inn, en la provincia de Baviera, la policía retiraba el martes 13 mensajes obscenos contra el Papa, en la isla de Malta –lugar al que el pontífice viajará los días 18 y 19 de abril– aparecieron grandes espectaculares con dibujos de pequeños osos lastimados por abusos, los cuales se han usado en campañas contra la pederastia, pues sólo en dicha isla se han reportado, en los últimos 19 años, 45 casos de menores que han sido víctimas de la pederastia de clérigos católicos.

Una semana antes, en las calles de Roma aparecieron grafitis que exigían la renuncia del Papa, como había ocurrido ya en Irlanda, Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos, con el argumento de que Ratzinger ha sido responsable de que varios curas pederastas hayan evadido la justicia.

Aunque el derecho canónico señala que para que un Papa renuncie bastaría una carta de su puño y letra, algunos expertos consultados por Proceso manifiestan que la dimisión del Sumo Pontífice es impensable, aunque reconocen que la pederastia de numerosos clérigos ha roto principios y dogmas de la Iglesia.

Un reconocido vaticanista, Marco Politi, explica: “Esta es una crisis gravísima, quizá la más grave de los últimos cien años, pues la última de esta magnitud se produjo cuando los soldados italianos invadieron el Estado Vaticano en 1870 y, aunque de manera temporal, la Iglesia perdió el territorio pontificio. En la actualidad –continúa el especialista–, se encuentran en grave riesgo el prestigio, la fiabilidad y la credibilidad de la Iglesia, pues también se halla en causa el papel de Joseph Ratzinger cuando era cardenal y prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe”.

Y es que, luego de que en 1981 Ratzinger fue nombrado responsable de dicha Congregación por el Papa Juan Pablo II, en 1985 él mismo firmó una carta donde desa consejaba la expulsión inmediata de un padre pedófilo. Aunque la revelación de esa carta ha representado un severo golpe contra el Papa, agrega Politi, en el Vaticano nadie piensa en la dimisión de Benedicto XVI.

Para Giaccomo Galeazzi, vaticanista del periódico La Stampa, Benedicto XVI ha sido en realidad el primer Papa que enfrenta el problema de la pedofilia, pues inclusive Juan Pablo II, con todo y su carisma, dejó ese pendiente a su sucesor.

Politi recuerda que en la carta que escribió a los irlandeses el pasado 19 de marzo, Benedicto XVI realiza un mea culpa o manifiesta su arrepentimiento. (“En nombre de la Iglesia, pruebo vergüenza y remordimiento”, dice.) Y luego da instrucciones para que los sacerdotes implicados en pederastia sean apartados y, en seguida, llevados ante la justicia. Asimismo, condena la actitud de los obispos que, en los decenios anteriores, no hicieron lo debido, pues dejaron de aplicar las reglas del caso y, sobre todo, no escucharon a las víctimas.

“Sólo que estas indicaciones –advierte Politi–, que más bien son una estrategia muy clara, hoy deben ser acompañadas de la plena apertura de los archivos de lo que ha pasado en los años anteriores, porque se necesita saber con claridad lo que ha ocurrido, qué fue lo que se hizo y qué no se hizo.”

Y pone un ejemplo muy ilustrativo: El pasado 13 de marzo, monseñor Charles Scicluna, promotor de justicia de la Congregación para la Doctrina de la Fe –cargo equivalente al de procurador general–, dijo que en los últimos 10 años han llegado al Vaticano 3 mil casos de pederastia, y que de ellos sólo 10% de los sacerdotes involucrados han sido alejados, reducidos al estado laico, en tanto que otro 10% han dejado los hábitos por voluntad propia.

“Entonces la pregunta es: ¿Qué ha pasado con los otros 2 mil 400 sacerdotes? Por eso se necesita ser claros, dar explicaciones de lo ocurrido, y esto vale por lo de ahora y por lo que sucedió en los años ochenta y noventa, pues de lo contrario seguirán todos los días saliendo noticias de casos en diversos lugares. Por eso es importantísimo abrir los archivos y dar claridad sobre los hechos”, insiste Politi.

El también editorialista de Il Fatto Quotidiano subraya que aunque ya existían reportes de casos de pederastia en algunos países de América, fueron los informes surgidos en Europa los que llamaron la atención de todo el mundo.

Antes de 2000 había casos muy alejados del Vaticano, sobre todo en Estados Unidos, México, Canadá, Brasil, Australia, e inclusive fue el propio Ratzinger quien en 2001 comenzó la línea dura, la de tolerancia cero. No obstante, cuando en 2010 se conocieron los gravísimos abusos sexuales contra menores en Irlanda, seguidos de los de Alemania, sobrevino la avalancha del escándalo mundial.

Pero en este fenómeno, puntualiza, ha intervenido otro factor: “que ha habido también un cambio muy importante en la opinión pública. La novedad ahora es que las víctimas ya no se avergüenzan más, pues antes hablar de pederastia era como hablar de los casos de violación a las mujeres en los años cincuenta o quizá más recientes, cuando las mujeres se avergonzaban de haber sido violadas y entonces no decían nada. Lo mismo sucedía con estas víctimas que, siendo menores, vivían sus traumas en silencio, de manera autodestructiva.

“La novedad es entonces que las víctimas comenzaron a hablar, que la opinión pública ha estado más sensible y que se iniciaron los grandes procesos con los cuales, por primera vez en América, la Iglesia ya no pudo decir: ‘esta es una cuestión interna’, y ha sido llamada a responder por sus acciones u omisiones en un tribunal civil. Esto, desde mi punto de vista, es lo que más ha sorprendido. De ahí que el patriarca de Venecia, el cardenal Angelo Scola, se haya pronunciado también por dar cuenta de los hechos sin exagerarlos ni minimizarlos.”

Para Politi, quien ha seguido todo el papado de Benedicto XVI y observó casi por completo el de Juan Pablo II, “la crisis actual es tan grave como la responsabilidad que tiene la Iglesia ante el sacerdote que abusó de 200 niños sordomudos” en Estados Unidos.

“Creo –dice– que esta onda de tensión no terminará y que el único modo en que el Vaticano puede poner el punto final es documentando abiertamente todo lo que ha sucedido en las últimas décadas, pues ahora sabemos que ha habido pederastas en los cinco continentes.”

El pasado lunes 12 de abril, el Vaticano publicó la Guía sobre Procedimiento en Caso de Abusos Sexuales que han sido llevados ante la Congregación para la Doctrina de la Fe. Allí se llama a denunciar dichos delitos, y a los obispos se les instruye a presentar a los curas pederastas ante las autoridades civiles.

El pasado lunes 12 de abril, el Vaticano publicó la Guía sobre procedimiento en caso de abusos sexuales que han sido llevados ante la Congregación para la Doctrina de la Fe. En este documento se llama a denunciar esos delitos, y a los obispos se les instruye a presentar a los curas pederastas ante las autoridades civiles.

En una Carta abierta dirigida a Ratzinger en ocasión del quinto aniversario de su elección como Papa, el teólogo suizo Hans Kung manifiesta su “profunda preocupación” por la “peor crisis de credibilidad” en la que se encuentra la Iglesia católica desde la Reforma.

En la misiva, publicada en la edición del pasado viernes 16 del periódico mexicano Reforma, Kung –profesor emérito de teología ecuménica en la Universidad de Tubinga, Alemania; presidente de la Global Ethic Foundation y autor de más de 50 libros– refiere que de las “muchas crisis” que afectan a la Iglesia “surge una serie de escándalos que claman al cielo: la revelación de que varios clérigos abusaron de miles de niños y adolescentes en todo el mundo”.

Y “para empeorar las cosas”, dice, “el manejo de estos casos ha dado origen a una crisis de liderazgo sin precedentes y a un colapso de la confianza en el liderazgo de la Iglesia”. Para Kung, las consecuencias de ello para la reputación de la Iglesia católica “son desastrosas”.

Proceso
23/04/2010

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