sábado, 29 de mayo de 2010
La Autodestrucción de América
Jesuitas alemanes ocultaron abusos
Detienen a cura en Italia/Abusos en EU
Abusos en EU
• En Estados Unidos, la Iglesia católica ha erogado más de 2 mil 200 millones de dólares para indemnizar a las víctimas de los sacerdotes pederastas.
• Más de 4 mil ministros de culto han sido procesados jurídicamente por abusar sexualmente de menores de edad en ese país.
Detienen a cura en Italia
••• Un sacerdote de 73 años fue detenido ayer en Milán acusado de haber mantenido relaciones sexuales hace tres años con un chico de 13, según informan los medios italianos.
Domenico Pezzini, de la diócesis de Lodi (Lombardía), es un sacerdote muy conocido en la comunidad homosexual porque dirigió unos seminarios en los años 80 sobre los gays creyentes y su relación con el cristianismo.
Estos grupos se han extendido a las iglesias italianas y desde 2004 tienen una coordinación nacional.
Pezzini fue profesor de inglés en la Universidad de Verona y en 1986 creó el grupo La Fonte, que se reúne periódicamente en la ciudad de Milán para debatir la relación entre la condición homosexual y la fe cristiana.
El secretario general de la Conferencia Episcopal Italiana, Mariano Crociata, aseguró recientemente que en los últimos 10 años los casos de abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes italianos se elevan a "un centenar". (Roma • EFE)
lunes, 24 de mayo de 2010
Arquidiócesis: no meteremos a la cárcel a curas abusadores
24 de mayo de 2010
sábado, 22 de mayo de 2010
Obispo pide a fieles no ser tentación para curas
Los pecados se han "sobredimensionado tendenciosamente": Felipe Arizmendi. El prelado afirma que la fuerza de la fe supera el poder de la televisión
México.- El obispo Felipe Arizmendi solicitó a los fieles no ser tentación para los sacerdotes, y los llamó a no alejarse de los curas sólo por los pecados clericales que se han difundido en los medios de comunicación y que se han sobredimensionado.
En su mensaje "¡Vivan los Sacerdotes!", el jerarca católico de San Cristóbal de las Casas puntualizó: "No seas ocasión de que un sacerdote sea infiel a su vocación. Si le significas una tentación, aléjate y exígele que viva con autenticidad su consagración".
En el texto también indicó que aún persiste el clima acusatorio de los medios informativos en contra de la Iglesia, porque "se difunden pecados clericales que son inocultables y siempre detestables, pero que se han sobredimensionado tendenciosamente".
Para el obispo chiapaneco el poder de la televisión es enorme, pero "es mayor la fuerza de la fe y el testimonio de la entrega generosa de la mayoría de los sacerdotes. El pueblo sencillo los quiere y los aclama; les tiene confianza y cariño".
Por eso a los creyentes les sugirió que oraran por el sacerdote que los bautizó para que persevere en su vocación; cuando confiesen sacramentalmente sus pecados ante un sacerdote, "exprésale tu gratitud, pues por su mediación Cristo te perdona, te libera, te levanta, te purifica, te salva".
Solicitó a la feligresía, "al participar en una celebración eucarística, acercarse al sacerdote, al concluir el rito, y manifestarle su agradecimiento. Con mayor razón, agradece a quien te dio la Primera Comunión, a quien presidió tu sacramento matrimonial, a quien fue a visitar a un familiar o conocido tuyo en su enfermedad, a quien con su predicación o sus consejos te ayudó a salir adelante". También los invitó a no negarles a los sacerdotes el "título afectuoso de padre", aunque son también hermanos y servidores.
Arizmendi Esquivel recordó que un catequista ch'ol, de nombre Agustín, al darle la bienvenida, le dijo: "Esta comunidad, junto con la zona, hemos vivido persecuciones, muertes, amenazas y desplazamientos en tiempo de conflictos pasados; hoy, gracias a Dios, con la obra del Espíritu Santo, todos esos dolores se han calmado; hemos tenido el momento de dialogarnos para buscar la paz, y éste es el mejor momento de encontrarnos como hermanos".
Y agregó: "El llegar a este ambiente de reconciliación y de paz ha sido trabajo paciente de los curas, que les han acompañado en sus sufrimientos, sin violentar sus procesos. Por ello, el pueblo les quiere".
Por eso consideró que es muy oportuno lo dicho por el papa Benedicto XVI: "El sacerdote está llamado… a la perfección moral, que debe existir en todo corazón auténticamente sacerdotal; el pueblo de Dios espera de sus pastores también un ejemplo de fe y un testimonio de santidad….Sed conscientes del gran don que los sacerdotes constituyen para la Iglesia y para el mundo; mediante su ministerio".
Secularización aleja de Dios
En el Vaticano, Benedicto XVI advirtió que la secularización "empuja a prescindir de Dios y acaba por negar la dignidad humana en aras de un sociedad regulada sólo por intereses egoístas".
El Papa hizo estas manifestaciones tras el concierto ofrecido en su honor por el patriarca ortodoxo de Moscú y de todas las Rusias, Kiril, en el Aula Pablo VI del Vaticano, con motivo del quinto aniversario del Pontificado, en el que se interpretó música de los grandes compositores rusos de los siglos XIX y XX.
Ratzinger agregó que las raíces cristianas están constituidas, además de por la vida religiosa, por el "inestimable" patrimonio cultural y artístico, que considera un "valioso recurso de los pueblos y de los países en los que la fe cristiana ha dialogado con las culturas y las artes, las ha animado e inspirado, favoreciendo y promoviendo la creatividad y el genio humano".
El Pontífice aseguró que hoy esas raíces "están vivas y fecundas" en Oriente y Occidente y pueden inspirar un nuevo humanismo, "una nueva época de auténtico progreso humano, para responder eficazmente los numerosos y cruciales desafíos que nuestras comunidades cristianas y nuestra sociedades tienen que afrontar".
"Entre esos desafíos, el primero es la secularización, que no sólo empuja a prescindir de Dios y de su proyecto, sino que acaba también por negar la misma dignidad humana, en vistas de un sociedad regulada sólo por egoístas intereses", añadió.
El Papa exhortó a "hacer que Europa respire a pulmón pleno, a dar de nuevo el alma, no sólo a los creyentes, sino a todos los pueblos del continente, a promover la confianza y la esperanza, basándose en la milenaria experiencia de fe cristiana".
Amenazan con cerrar colegio de Legionarios
••• Ante el posible cierre del colegio privado Highlands Los Fresnos, administrado por los Legionarios de Cristo en Boadilla del Monte, dentro de la Comunidad de Madrid, España, la consejera de Educación, Lucía Figar, ha garantizado la escolarización en centros públicos de los alrededor de 200 alumnos a los que podría afectar la medida administrativa.
Figar hizo esas afirmaciones ayer, en rueda de prensa, acerca de la posibilidad de cierre del centro educativo gestionado por la congregación fundada por Marcial Maciel, por incumplir los pliegos de condiciones del contrato que firmaron con el Ayuntamiento.
Por su parte, la congregación insistió en un comunicado que "ha cumplido con sus obligaciones" en la construcción del colegio, a pesar de que el Ayuntamiento cuente con un informe técnico que indica que la organización no cumplió con el pliego de condiciones del contrato de adjudicación.
En dicho comunicado, explican que el centro cuenta actualmente con 202 alumnos hasta cuarto año de primaria, que dispone todavía de 10 aulas vacías, y que la segunda fase del proyecto, que contemplaría el aulario para educación secundaria, no se necesitaría hasta 2012. (México • Redacción)
Eugenia Jiménez y EFE
21 de mayo de 2010
En el nombre de Dios
La literatura está poblada de curas torturados por las contradicciones que se suscitan dentro de ellos, en ocasiones alentadas por una vocación extraviada. Stendhal, Tolstoi, Sartre, Gide, Green, Eça de Queiroz, Galdós, son algunos de los muchos autores que han creado sacerdotes alejados del modelo de moralidad y bondad pregonado por la Iglesia católica.
Foto: Mondmann
Yolanda Rinaldi
Stendhal describe al Obispo de Agde, en Rojo y negro, ensayando frente al espejo, con un aire de gravedad, el modo de impartir las bendiciones. De golpe, la imagen plantea la idea de máscara. Agde asume una personalidad para realizar una actividad humana; de forma que hay en su actitud un oficio de vivir. El problema es que enmascarado, finge y mantiene de por vida ese desdoblamiento. Bachelard diría que toma esa máscara como un rostro.
Por fortuna es ficción y sólo la literatura es impostura. Al respecto, a lo largo de la historia de la literatura, infinidad de escritores han concebido personajes de curas católicos torturados y contradictorios, que los revelan prisioneros del doble amor: apegados a su dogma eclesial, pero exaltados ante el hervor incesante de la vida. Tolstoi, Sartre, Gide, Green, Unamuno, Eça de Queiroz, Sender, Bernanos, Arana, Bataille, France, Galdós, Chesterton, Guareschi, Miró, son algunos de los muchos autores que moldean el retrato vital de personajes de sacerdotes en conflicto. Que se construyen para oficiar misa y hablar del mal, de la resignación, del dolor, del sufrimiento, de la promesa de vida eterna. Inclusive, sin detenerse a reflexionar "si Dios oye nuestras oraciones o si incluso existe…", como plantean en un diálogo los sacerdotes en Narciso y Goldmundo, de Hermann Hesse.
En efecto, en la tradición religiosa se habla de que los sacerdotes son los intercesores entre los hombres y Dios; que mediante oraciones y sacrificios conceden imposibles… hasta la promesa de vida eterna; por consiguiente, no es una abstracción que Nietzsche, a ras de tierra, con su "piadosa" ironía e ingenio los denomine "profetas de la muerte".
La imagen intocada del sacerdote ha llegado a justificarse como parte de un orden más alto, de modo que nada hace suponer que la energía de la vida se agita en su interior y menos, aventurar que Clemente de Alejandría se equivocó al asegurar en El pedagogo que los sacerdotes curados ya de las pasiones, exhortan a los demás a cumplir con sus deberes para alcanzar la salvación; los sacerdotes forjan su tarea afianzados en su buena conducta. Stendhal no los concibe así, en Rojo y negro, Sorel se pregunta: "Todos esos curas bribones… ¿tendrán el privilegio de conocer la verdadera teoría del pecado?"
Lo anterior nos representa que en el "reino" terrenal, la conducta de los sacerdotes parte de un complejo esquema de comportamiento moral fijado por la jerarquía católica romana; conducido por una lógica sin falla. Si bien a veces se percibe la sospecha de que también privan la amistad y el afecto en asuntos de su responsabilidad. Ese parece ser el mensaje de la Iglesia católica que se demoró en actuar en el delicado tema que cimbra hoy los sótanos del vaticano. La Curia Vaticana vive una crisis de la que no se puede descargar.
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Gregorio Nacianceno, hacia el año 358 escribió con preocupación: "Se nos confía conducir la grey cuando todavía no hemos aprendido a apacentarnos bien a nosotros mismos", al vislumbrar los pesares y "pecadillos" de tan respetables hombres. Por su parte, Norbert Elías, en El proceso de la civilización, recuerda que el esquema que priva en la Iglesia fue concebido con ideas herético-rigorista-conciliadoras, constituidas por formas de control. Primero, el celibato, impuesto a los curas que planteaban los rigoristas. Segundo, el dominio total de los heréticos renuentes a someterse a tales controles, lo que supuso luchas internas; y, tercero, mediante la unión eclesiástica y la secular, se buscó el entendimiento. Desde esta perspectiva, los Papas hicieron esfuerzos para organizar su Iglesia; pero en la constitución individual del cura, ¿hubo un proceso de transformación? Quien toma los hábitos, ¿aspira realmente a ser cura? Hoy cuando el escándalo sexual sacude a la Iglesia católica y ocupa extensos espacios en los medios de información del mundo, obliga a preguntarse si sólo es cuestión de "agonía existencial" de los sacerdotes o desacato a las leyes de la Institución que representan, que les impide asumir la condición humana como individuos y como miembros de una sociedad.
Felizmente existe la ficción, pero, ¿cuáles son las realizaciones culturales y sociales concretas de ese modelo en la literatura? Como realidad social se percibe la figura del cura frente a los fieles en posición de actor. Es innegable que para la literatura el sacerdote es moldeado para ejercer una suerte de fascinación, de poder mágico sobre sus feligreses. Es un hombre que actúa serio, grave, sentimental, para ofrecer un comportamiento especial que refleja en su voz y movimientos. Stendhal dice de Sorel: "Cuánto trabajo se tomaba para conseguir esa fisonomía de fe ferviente y ciega, dispuesta a creerlo todo y a sufrirlo todo".
La Iglesia católica posee una organización interna, que es regulada por un rígido sistema de jerarquías, el cual está íntimamente relacionado con el origen social de sus miembros. Stendhal retrata a Julián Sorel como ese pobre campesino que aspira a ser cura para mejorar económica y socialmente; ingenuo ve en la figura del Papa un Dios "mucho más poderoso, terrible y poderoso que el otro". Descripción que recuerda a Inocencio III quien llegó a exigir ciega obediencia del clero: "aunque ordene hacer el mal, ya que nadie puede juzgar al Papa". Palabras que remiten también a Unamuno quien en su San Manuel Bueno, mártir, toca el espinoso punto de la infalibilidad papal.
El clero en muchos casos puede coincidir con una suerte de estratificación social real en la que cabe la posibilidad que los rangos de mayor grado se encuentren en poder de miembros pertenecientes a la clase dominante; son los que forman la élite intelectual de la Iglesia, mientras que los integrantes de los puestos inferiores generalmente tienen un origen humilde y escasamente intelectualizado, como el sacerdote de la novela de Benjamín Jarnés, El convidado de papel, o el mismo Sorel de Rojo y negro, quien desmoralizado afirma: "Tanto vale el hombre, tanto vale el puesto". En cierto sentido, como se podrá observar, los curas se aparecen como un conjunto de almas extraviadas, pasmadas, al constatar que el camino que eligieron no es el de la salvación, sino el vacío, la mentira.
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¿Qué constituye la dialéctica establecida entre los sacerdotes Sorel, en Rojo y negro,(Stendhal), Mouret, en El pecado del abate Mouret (Zola), Amaro en El crimen del Padre Amaro (Eça de Queiroz), don Manuel en San Manuel Bueno, mártir (Unamuno) Torcy, en Diario de un cura de aldea (Bernanos), Nazarín (Galdós), Luis de Vargas, en Pepita Jiménez (Valera), Fermín de Pas en La Regenta (Clarín), Ceferino, en Cruces sin Cristo (José Gomiz Soler), Mosén Millán, en Réquiem por un campesino español (Sender) o Mosén Jacinto en El cura de Almuniaced (Arana)?
La respuesta está en que no son personajes comunes, sino un símbolo de la lucha que libran en su interior; que viven entre la ansiedad y la angustia; con rasgos y cualidades que alcanzan una dimensión humana. Se trata de sacerdotes católicos comprometidos con sus dogmas institucionales; hermanados en su agonía existencial; enredados en la maraña de las convenciones terrenales impuestas, pero desligados totalmente de su compromiso. Sartre, en El diablo y Dios, tiene una pregunta que desmitifica también la vida del sacerdote católico: "¿Por qué lo permitiste, Dios mío? … te suplico consideres que ya no tengo veinte años y que jamás tuve la vocación del martirio". Pero entonces, ¿qué es la fe para los sacerdotes, si muchos de ellos pasan los días sin que la sientan, como expresa el protagonista de la novela de Tolstoi, El padre Sergio? Tolstoi reconoce la desastrosa decepción del sacerdote, derivada de la contradicción del ministerio, de esa falsa dedicación a la salvación del prójimo y al mismo tiempo una compasión impotente por sí mismo. La emoción interior del padre Sergio es ajena a la credulidad de la gente; sabe que tiene poder ilimitado, autoridad para mandar a sus hijos, pero vive en lucha interna. "Las causas eran dos: la duda y las tentaciones de la carne. Y los dos amigos se levantaban siempre juntos… ¡Dios mío! ¿Por qué no me concedes la fe? La lujuria, sí". Por cierto, existe una bella película inspirada en esta novela, dirigida por los hermanos Taviani, titulada Bajo el sol de medianoche.
Llenos de contradicciones los curas pasean por las páginas de la narrativa; desde el cura vicioso de Rabelais en Gargantúa y Pantagruel, que revela aquella época en la cual la Iglesia no había organizado la disciplina eclesial; de Chesterton El escándalo del padre Brown y El candor del padre Brown; de Bataille, El cura C.; de Anatole France La isla de los pinguinos. Sin duda, mediante el recurso literario los autores aplican una visión estético-literaria que en algunos casos implica una revisión de la historia de la mentalidad de los curas, su psicología y sus actitudes. Por ejemplo, la actitud del cura enamorado.
En la figura del sacerdote enamorado se manifiesta esta alusión de incapacidad que tanto preocupaba a Gregorio Nacianceno. La vida terrena de estos curas se hunde en la fealdad, lejos de los límites divinos. Como el padre Amaro recreado por Eça de Queiroz en El crimen del padre Amaro, imagen de un hombre perverso y ambicioso que finge una vocación que no tiene; cuyos estudios, ayunos, penitencias podían domar su cuerpo, darle hábitos maquinales, "pero dentro los deseos se agitaban como un nido de víboras". Amaro rumia de odio y venganza porque un "miserable escribiente" le arrebata a la muchacha y lamenta no vivir en los tiempos de la Inquisición para denunciarlos. Dominado por las pasiones y un amor malsano, Amaro desembocará en su descomposición moral.
Foto: Milenio
Así como Eça de Queiroz ha sabido mirar la realidad del cura sensual, Leopoldo Alas Clarín, en La Regenta, supo desentrañar esta imagen reveladora al describir lo que Fermín de Pas experimenta: "Qué cosas tan nuevas, o, mejor, tan antiguas, tan antiguas y tan olvidadas estaba sintiendo". Clarín muestra que no son precisamente tristezas místicas las que angustian a De Pas, cuyos pensamientos dejan entrever la intención prohibida y la debilidad de valores morales, al recordar a Ana de Ozores. Y qué decir de Juan Valera que en Pepita Jiménez también cuestiona la vocación religiosa y exhibe la lucha de amor de un seminarista postulante a cura, quien finalmente sucumbe a los encantos de una bella andaluza.
También destaca la conmovedora historia de Émile Zola en El pecado del abate Mouret. Es la historia de Sergio Mouret, cura de Provenza, quien al visitar un enfermo para procurarle auxilio espiritual, sufre un ataque epiléptico que lo mantiene por un tiempo en la casa de Albina, con quien vive una singular historia de amor; recuperado volverá a su iglesia repudiará ese amor, ya que lo considera un "pecado" que pertenece al intermezzo psíquico que sufrió; su actitud causará el suicidio de la amante.
El padre Antonio es otro sacerdote literario en abierta confrontación con su vocación y las reglas de la Iglesia que representa; persigue por las calles de Roma la ocasión de una aventura amorosa. Luego vendrán los latigazos con el cilicio para evitar culpas y encerrar sus soledades. Todo pasa en Los peces de Sergio Fernández. También el padre Chel, rotunda imagen del cinismo, deja entrever una actitud prohibida y debilidad de valores morales; surge de un devaneo poético de Hernán Lara Zavala en De Zitelchén. Consecuente con el talante de los sacerdotes, Chel reclama: "Que nadie me denigre al triste papel de seductor lascivo cuando he sido tan sólo un hombre que ama la justicia y la caballerosidad". Quizá, sólo se trata de dualidades.
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La figura del cura enamorado ocupa la atención de varios escritores, entre ellos Benito Pérez Galdós, que en las novelas Doctor Centeno y Tormento, desarrolla la imagen del padre Polo, un hombre inescrupuloso, cuyas aprehensiones económicas familiares vencieron la repugnancia y le fingieron una vocación que no tenía; sin embargo: "cantó misa". Polo, arrastrado por la pasión y la ambición, vive un amor clandestino con Amparo Sánchez Emperador, quien pertenece a una esfera social distinta a la del sacerdote. Galdós reaparece a su personaje en Tormento. Ahí desarrolla la historia de un amor egoísta, lleno de maldad. Polo se niega a admitir el compromiso de su antigua amante con el indiano Agustín Caballero. Víctima de su enfermiza pasión, persigue a Amparo y no descansa hasta que consigue destruirla.
Es evidente que la literatura en su largo camino desacraliza la figura "santa" del cura y lo presenta debatiéndose entre la tierra y el cielo; lo muestra humano, demasiado, humano; y plantea una realidad: todo hombre lleva consigo, como decía Unamuno, los Siete Pecados Capitales. La ficción revela a una persona que sacrifica su yo por algo genérico con una función social; que transforma su yo individual y lo deposita en una nueva figura colectiva, cuyo comportamiento se maneja con una ética. Cierto, el sacerdote se forja a lo largo de su vida, conforme a un canon, una personalidad religiosa, pero en el fondo de su existencia subyace otra vida nebulosa, ahogada por un deber ser, que muchas veces desemboca en trastornos psicopatológicos, como el caso del padre Polo. Este esquema se viste de humanidad, con tintes sublimes, poéticos, que permite asomarse al interior de la imagen de un sacerdote el cual se percibe escindido entre una voluntad humana y un plan divino. Por eso surgen las preguntas, ¿cómo conciliar los límites de su situación, si es habitante de la tierra pero vive con los ojos puestos en el cielo? ¿Se visualiza elegido de Dios? ¿Comprende el misterio del Universo y el de su propia conciencia?
No cabe duda de que la literatura aproxima a los lectores la observación del estado anímico y profundidad psíquica del sacerdote, representante de Dios en la tierra al mismo tiempo que se desempeña como delegado oficial de una institución que se tambalea. Graham Green en El poder y la gloria crea un personaje laberíntico, perseguido, esclavizado al disimulo, al alcohol y la mentira; la Curia Romana condenó este texto al Índice de libros prohibidos, porque consideró que el retrato de ese cura era un escarnio infamante para la santidad del estado clerical. También André Gide, con desbordada imaginación, expresó esta contradictoria complejidad en Los sótanos del Vaticano al señalar: "en quién podía uno confiar sino en el Papa. Si cedía aquella piedra angular… nada merecía ya ser verdad". Intrincada solución que hace conjeturar —desde la perspectiva de Gide— que la abstención del Papa en asuntos delicados supone también una culpa.
Sin pretender reducir la interpretación de los textos citados a un canon convencional de angustia existencial, sino de acotar la coincidencia de un tema, no parece también ajena la fantástica evocación literaria que arroja luz acerca de la amistad de sacerdotes católicos con adolescentes. Es curiosísimo constatar la asombrosa frecuencia, casi obsesiva, de este vínculo en la literatura. Basta un ejemplo: dos novelas de la postguerra civil española: Réquiem por un campesino español de Ramón J. Sender y El cura de Almuniaced de José Ramón Arana; ambos autores, por otra parte, desarrollan, con manifiesta devoción por la palabra, otros matices imaginativos, tan importantes como denunciar la represión de la dictadura de Franco y la vergonzosa actuación de la Iglesia católica. Sin embargo, desde otro ángulo, incitan a plantear el tema de la pederastia en dichas novelas. En fin, en este punto no cabe sino recordar que la ficción es una realidad que se crea y, al mismo tiempo, reafirmar que la imagen del sacerdote católico en la literatura "nada" tiene que ver con la realidad, sino que tal figura constituye sólo una visión poética, de una variada fauna humana que se acoge a la religión, como último refugio de sus desdichas o como medio expeditivo para satisfacer pequeñas y grandes ambiciones.
Milenio
21 de mayo de 2010
martes, 18 de mayo de 2010
Madres arremeten contra pastor violador
Entre las pertenencias del ministro de 67 años fueron encontradas fotografías de pornografía infantil
Iglesia Católica irlandesa recibe 197 nuevas denuncias por pederastia
Los abusos ocurrieron en su mayoría en los años 1950 y 1960. Estas acusaciones están relacionadas con 97 diócesis y 83 de los presuntos autores han muerto, informó.
Dublín. El organismo encargado de la protección de la infancia de la Iglesia Católica de Irlanda recibió en un año casi 200 nuevas acusaciones de malos tratos cometidos por curas a niños, anunció este lunes.
El National Board for the Safeguarding of Children in the Catholic Church (NBSCCC) precisó que en el año transcurrido hasta el 31 de marzo pasado recibió un total de 197 acusaciones de presuntos malos tratos ocurridos en su mayoría en los años 1950 y 1960.
Estas acusaciones están relacionadas con 97 diócesis y 110 instituciones religiosas, y 83 de los presuntos autores han muerto, precisó.
En noviembre de 2009, el informe Murphy, publicado tras tres años de investigaciones, reveló cómo los responsables de la diócesis de Dublín ocultaron abusos sexuales cometidos por curas y religiosos irlandeses a cientos de niños durante décadas.
El NBSCCC subrayó que aunque los medios de comunicación centraron su atención sobre las acusaciones de abusos sexuales, muchas de las acusaciones denunciaban también "presuntos casos malos tratos físicos y morales".
El presidente del citado organismo, John B. Morgan, se refirió a este año como un año de "traumatismo sin precedentes" para los católicos.
Desde el informe Murphy, las revelaciones de casos de pedofilia cometidos por miembros del clero, que la jerarquía fue a menudo acusada de silenciar, se se multiplicaron en Europa y el resto del mundo y llegaron incluso a salpicar al propio Papa, Benedicto XIV, acusado en Alemania y Estados Unidos de haber encubierto ese tipo de delitos.
Morgan insistió en la necesidad de un compromiso de la Iglesia, a todos los niveles, que comportaría "un intenso proceso de reflexión sobre cómo pudieron ocurrir estos atroces abusos contra niños en el seno de la Iglesia Católica irlandesa".
Esta reflexión "debería extenderse a tratar de entender y descubrir qué estructuras de la Iglesia condujeron a la situación que se reveló ante nuestros ojos y cómo deberían modificarse este tipo de estructuras", agregó.
AFP
17 de mayo de 2010
Iglesia Episcopal de EU nombra obispo a mujer homosexual
"¿Hacia un clero gay? Antihistoria de un centenario", libro publicado el presbítero Germán Robledo.
Los Angeles. La Iglesia Episcopal estadunidense nombró obispo por segunda vez a una persona homosexual, en este caso a una mujer, cuya elección había provocado una reacción virulenta del jefe de la Iglesia Anglicana, de la cual depende la Iglesia Episcopal.
Mary Glasspool, de 56 años de edad, quien mantiene abiertamente una relación con otra mujer desde 1988, fue nombrada obispo el sábado por la diócesis episcopal de Los Angeles durante una ceremonia que reunió a 3 mil personas.
Es la segunda vez que una persona homosexual es ordenada obispo en la Iglesia Episcopal estadunidense después del nombramiento en 2003 del reverendo Gene Robinson en New Hampshire (noreste).
La elección de Gene Robinson había sumido a la Iglesia Episcopal y a toda la Iglesa Anglicana en una tormenta, provocando un cisma por parte de algunas diócesis y parroquias conservadoras.
Esta ruptura condujo a la Iglesia Episcopal a poner fin al nombramiento de eclesiásticos homosexuales, una prohibición que luego fue retirada.
Mary Glasspool fue elegida obispo por la diócesis episcopal de Los Angeles en diciembre pasado.
El arzobispo de Canterbury y jefe de la Iglesia Anglicana había estimado en ese entonces que su elección generaría "problemas muy serios no solamente para la Iglesia Episcopal y su lugar en el seno de la comunidad anglicana, sino también para la comunidad en su conjunto".
La Iglesia Anglicana cuenta con 77 millones de fieles en el mundo, con 2.2 millones en Estados Unidos.
AFP
17 de mayo de 2010
Sacerdote hace públicas prácticas homosexuales en clero colombiano
"¿Hacia un clero gay? Antihistoria de un centenario", libro publicado el presbítero Germán Robledo.
Bogotá.- El sacerdote colombiano Germán Robledo publicó un libro sobre la práctica homosexual al interior del clero de la Iglesia católica local, lo que generó polémica en la suroccidental ciudad de Cali, informó el diario El Tiempo.
De acuerdo con el reporte del influyente rotativo, el autor del libro "¿Hacia un clero gay? Antihistoria de un centenario" mantuvo en secreto el texto ante la comunidad religiosa hasta que salió al mercado esta semana en Cali, donde oficia como sacerdote.
Según Robledo, al menos 30 por ciento del clero caleño tiene una tendencia gay y lo del celibato "es pura apariencia", según lo pudo constatar en su experiencia como presidente del Tribunal Eclesiástico Regional de Cali, cargo que ocupó entre 1980 y 2003.
En el libro, el presbítero narra que en 2001 un colega se fue de celebración "un Viernes de Dolores, día que precede al Domingo de Ramos, y terminó en un motel, sin carro, sin plata, sin ropa y trasladado a otra parroquia para evitar el escándalo".
"Seguí muy de cerca la problemática de los americanos. Hicieron análisis de sus sacerdotes y seminaristas y encontraron un clero americano hacia una tendencia gay y miren dónde llegaron, a problemas de pederastia", dijo Robledo.
Agregó que "problemas que existen entre nosotros en grado peligroso y creciente, como en nuestro clero de Cali donde estoy denunciando que 30 por ciento, por lo menos, es de tendencia gay".
"Hice denuncias hace tres años cuando me di cuenta de que las limosnas que daba la gente pobre eran utilizadas para pagar servicios sexuales. Eso no lo podía tolerar", aseveró.
Robledo explicó a El Tiempo que su libro "trae textos de grabaciones y acusaciones de una parroquia, para los que no han creído cuando hice mis denuncias".
Sostuvo que no pidió permiso a la jerarquía de la Iglesia para escribir el texto, que estimó "muy ortodoxo" y hace planteamientos sobre el celibato con "unas hipótesis sobre el origen y problemática del celibato que dentro del mismo clero no se conoce".
Subrayó que "con motivo del centenario de la Arquidiócesis de Cali, estoy denunciado unos hechos por los cuales hay que pedir perdón, no celebrar un centenario de pajaritos de oro y mariposas muy hermosas. ¡No! Eso es con luces y con sombras".
Notimex
17 de mayo de 2010
miércoles, 12 de mayo de 2010
Abusos, una aterradora verdad, acepta el Papa
Dice que la mayor amenaza a la Iglesia es interna; llama a la purificación y niega confrontación con laicos
LISBOA (Agencias).— El Papa Benedicto XVI dijo ayer que la crisis de los abusos sexuales a menores por parte de sacerdotes debería hacer que la Iglesia admitiera la "aterradora" verdad de que su mayor amenaza proviene del "pecado dentro de la Iglesia".
En comentarios a los periodistas en el avión que lo condujo a Lisboa, Benedicto XVI dijo que en los casos de pederastia cometidos por sacerdotes "el perdón no sustituye a la justicia" y que estos escándalos evidencian que la gran persecución de la Iglesia no viene de fuera, de enemigos externos, sino de su interior, de los pecados que existen en ella".
Benedicto XVI dijo que la Iglesia tenía una "necesidad muy profunda" de reconocer que debe hacer penitencia por sus pecados y "aceptar la purificación".
El principal propósito del viaje de cuatro días del Papa a Portugal es visitar el santuario de Fátima, donde se dice que la Virgen se apareció a tres niños pastores en seis ocasiones en 1917.
Según Benedicto XVI, los ataques contra el Papa y la Iglesia habían sido ya anticipados por la Virgen María en sus apariciones a los tres niños pastores en la pequeña población portuguesa de Fátima, verificadas en 1917.
"La Iglesia tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender el perdón, pero también la necesidad de justicia, ya que el perdón no sustituye a la justicia" aseguró. El Obispo de Roma afirmó que, aunque "el mal ataca", el bien siempre está presente, Cristo es más fuerte que el mal y la bondad de Dios tiene la última palabra en la historia".
Niega confrontación con laicos
Ya en Lisboa, el Papa se refirió a las relaciones Iglesia-Estado y dijo que la Iglesia está "abierta" a colaborar "con quien no la margine ni pretenda reducirla a la esfera privada". "No se trata de una confrontación de un sistema laico y religioso", aseguró Benedicto XVI.
Miles de jóvenes acudieron ayer a dar una serenata nocturna al Papa, que salió al balcón de su alojamiento para agradecer el gesto y pedir, con buen humor, que le dejaran dormir para estar descansado en su segunda jornada en Portugal.
El Pontífice saludó en portugués a los jóvenes que se agolpaban ante el balcón de la Nunciatura Apostólica y le dieron la última muestra de afecto de una jornada en la que decenas de miles de lisboetas salieron a las principales calles y plazas de la ciudad para vitorearle a su paso.
Misa multitudinaria
El Obispo de Roma recorrió en "papamóvil" varios kilómetros para ir y volver de la misa multitudinaria que ofició en las orillas del Tajo hasta la sede de la Nunciatura, donde se hospedó en la primera noche de su viaje a Portugal antes de partir, hoy, al santuario de Fátima. Unos 9 mil policías vigilan la visita papal.
Casi 90% de la población de Portugal es Católica, pero sólo 2 millones de los 10.6 millones que viven en el país se describen como practicantes del catolicismo. Sin embargo, el sentimiento religioso es fuerte en el país.
En las últimas semanas, varios responsables del Vaticano acusaron a los medios de comunicación de impulsar una campaña de calumnia contra la Iglesia, llegando un alto cargo vaticano a negar informaciones de que se hubieran encubierto los abusos, calificando esta noticia de "chismorreo mezquino". El Pontífice alemán, de 83 años, afronta la peor crisis en sus cinco años de Papado.
El Papa aceptó el sábado la dimisión del obispo de Ausburgo, Walter Mixa, que fue acusado de haber cometido abusos contra menores. Se trata del primer prelado superior que dimite en Alemania, y ocurre dos semanas después de que un obispo belga dimitiera tras admitir que había abusado de un menor.
El obispo irlandés James Moriarty también presentó su renuncia en abril, alegando que no atajó los abusos sexuales de sacredotes cuando era prelado auxiliar de Dublín entre 1991 y 2001.
El Universal
12 de mayo de 2010
lunes, 26 de abril de 2010
Qué dice la ciencia sobre el abuso sexual infantil
Heterosexualidad, homosexualidad, pederastia y paidofilia, términos que, mal usados, siembran desinformación y confusión; para hablar sobre abuso sexual infantil es preciso ponerlos en claro.
Mónica Flores Lobato
Heterosexualidad: es la atracción sexual de una persona hacia otra del sexo opuesto. Entre 94 y 86 por ciento de la población mundial es heterosexual. Dicha preferencia no es síntoma de anormalidad o de enfermedad alguna: los heterosexuales no deben ser discriminados por su preferencia sexual, como lo marca el artículo primero de la Constitución mexicana vigente.
Homosexualidad: es la atracción sexual de una persona hacia otra de su propio sexo. Entre seis y 14 por ciento de la población mundial no es heterosexual. Dicha preferencia sexual no es síntoma de anormalidad o de enfermedad alguna. Los homosexuales no deben ser discriminados por su preferencia sexual, como lo marca el artículo primero de la Constitución mexicana vigente.
EL PEDÓFILO O PAIDÓFILO
Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los trastornos mentales vigente (DSM IV), el pedófilo es un individuo que fantasea, se siente excitado o atraído sexualmente hacia menores de 13 años por un periodo de al menos seis meses. Según la Asociación Americana de Psiquiatría, la mayoría son hombres. El pedófilo puede ser heterosexual, homosexual o bisexual. Sentir esa atracción no es un delito, pero los especialistas recomiendan que quien la siente busque ayuda psicológica o psiquiátrica, ya que ese deseo, con el tiempo, puede salirse de control y traducirse en una acción de abuso sexual contra un menor. “Lo que lleva a un pedófilo a la acción es un pobre control de impulsos. Hay una función cerebral que se da en los lóbulos frontales donde se ejerce el control de impulsos. Cuando no hay uno adecuado, se deja ir el impulso de manera incorrecta”, afirma la doctora Rosalía Fernández y de la Borbolla, médica cirujana con especialidad en psiquiatría, maestría en neurociencias por la Universidad de Barcelona, además de psicoanalista y pionera en educación sexual en México.
Con el tiempo, es probable que algunos pedófilos den el paso a pederastas, como lo publicó un estudio realizado en la Clínica de Comportamiento Sexual de la Universidad de Toronto en el 2002, pues encontró que 44 por ciento de los pedófilos estudiados se volvieron pederastas al entrar al rango de edad que va de los 40 a los 70 años, aunque es importante subrayar que no todos los pederastas son necesariamente pedófilos. Así lo afirma Michael C. Seto, autor de varios libros sobre abuso sexual y profesor asociado de la Facultad de Psiquiatría de la Universidad de Toronto, en el Annual Review of Clinical Psychology de 2009: “Muchos pedófilos no han tenido ningún contacto sexual con niños y tal vez la mitad de los agresores sexuales de niños (pederastas) no coincidirían con el criterio diagnóstico para pedofilia”.
EL PEDERASTA
El pederasta es un adulto (o alguien con una ventaja de cinco años o más respecto al infante) que abusa sexualmente de un menor de edad. Cualquier acercamiento sexual hacia un menor, en cualquiera de sus formas —tocamientos, besos, exhibicionismo, desnudez, juegos eróticos forzados, hasta sexo oral o penetración—, es considerado un abuso sexual y está tipificado como delito. “El delito es tener cualquier acercamiento de índole sexual con niños, sin importar si la preferencia sexual del abusador es de tipo heterosexual u homosexual”, afirma Luis Perelman, especialista en sexología educativa y presidente de la Federación Mexicana de Educación Sexual y Sexología (Femess).
Podría pensarse que las personas que se sienten muy atraídas hacia niños no encontrarán atractivas o no tendrán relaciones sexuales con personas adultas, pero sólo el siete por ciento, según publicó en su página de internet la organización Child Molestation Prevention, son pedófilos exclusivos (que sólo se sienten atraídos por menores). El 93 por ciento pertenece a la categoría de pedófilo no exclusivo: se sienten atraídos por personas menores y adultas; en muchos casos, tienen pareja o están casados.
DETONADORES CULTURALES
En un perfil sobre pedofilia —realizado por un experto del departamento de Psiquiatría del hospital Johns Hopkins para la publicación Mayo Clinic Proceedings de abril de 2007—, se citan diversas fuentes científicas que confirman que la pederastia “no es necesariamente sinónimo de pedofilia” y que afirman que “el abuso sexual infantil no es un diagnóstico médico” que implique discapacidad mental. “No es una patología que amerite justificarlo, el pederasta es una persona con juicio y que debe responder de sus actos”, dice David Barrios, médico y psicoterapeuta sexual, director de Caleidoscopía (espacio de cultura, terapia y salud sexual), y añade que “son excepcionales los casos que pueden atribuirse a alguna afección cerebral o patología clínica”. Barrios destaca como principales factores detonantes del abuso sexual contra infantes elementos de índole cultural. “En nuestras culturas hay, por un lado, un machismo exacerbado, y parte de ese machismo, que incluye a los clérigos católicos, por cierto, consiste en ejercer un poder sobre los demás, particularmente sobre menores. A los hombres, en esta cultura, se nos ha educado para tomar lo que queremos”. También lo atribuye a un ejercicio irresponsable del poder, punto en el que coincide Perelman.
El reverendo Lawrence Murphy en 1960. El 22 de abril un fiscal estadunidense acusó a Benedicto XVI de proteger a Lawrence, por pederastia. Foto: AP
Barrios afirma que desde una figura de poder cualquier pederasta puede incluso “sin amenazas físicas lograr que un menor se someta”. Para Berenice Mejía-Iturriaga, psicoanalista, doctora en Ciencias Sociales y catedrática de la Facultad de Psicología de la UNAM, “aunque el abusador reciba de alguna manera ‘el consentimiento explícito o implícito del menor’, es al adulto a quien va primeramente dirigida la prohibición de gozar de un menor”.
EL PODER ENVUELTO EN SOTANAS
Para Mejía-Iturriaga, la Iglesia es una estructura de poder que goza de por sí de privilegios legales, económicos y de impunidad, y que ofrece la posibilidad de que un sujeto se sostenga “en posición de superioridad porque tiene ‘un saber sobre el otro’, aduciendo que él posee la verdad, porque habla en nombre de Dios (…). Eso puede facilitar el sometimiento, la manipulación y el abuso en general de quienes le depositan al sacerdote una autoridad incuestionable; pero no significa que todos los sacerdotes vayan a abusar de ese poder”.
José Rodríguez, periodista español experto en temas religiosos, realizó una investigación para obtener conclusiones estadísticas sobre la conducta sexual del clero católico que publicó en su libro La vida sexual del clero, de Ediciones B (1995). Sus cálculos fueron hechos con datos de España, Inglaterra y Canadá y “la metodología empleada fue analizada y dada por correcta por el doctor Juan Manuel Cornejo, jefe del departamento de Metodología de la Facultad de Psicología de la Universidad de Barcelona”, según una nota complementaria. Rodríguez encontró que entre los sacerdotes en activo, “95 por ciento de ellos se masturba y 60 por ciento tiene relaciones sexuales”. Dentro del grupo con vida sexual activa, “53 por ciento prefieren mujeres adultas y 21 por ciento varones adultos”. Esto significaría que 74 por ciento de los religiosos con vida sexual activa no cometen delitos contra menores… quedando 26 por ciento que sí entra en la categoría de pederastas. Según Rodríguez, siguiendo con las estadísticas del grupo sexualmente activo, “14 por ciento tiene algún acercamiento sexual con menores varones y 12 por ciento con menores mujeres”. Es importante hacer énfasis en un dato que el gran público (esto es, los no especialistas en sexología) pasa por alto a la hora de sacar conclusiones: “El hecho de que un pederasta cometa abusos contra un menor varón no significa que su preferencia sexual sea homosexual, lo único que indica es que está ejerciendo una relación de poder de tipo sexual sobre una víctima que se encuentra dentro de su dominio”. Esto mismo sucede en cárceles, ejército, internados o incluso familias. “En 26 años de carrera he atendido a muchos niños que han sido objeto de abuso por heterosexuales”, porque los pederastas abusan principalmente “de infantes cercanos a ellos”.
LAS VÍCTIMAS
Se calcula que uno de cada cuatro mujeres sufrió algún tipo de abuso sexual en la infancia y en hombres, uno de cada 11. Según diversas fuentes citadas en el texto dedicado al perfil del pedófilo del Mayo Clinic Proceedings, “los niños que sufrieron abusos experimentan mayor daño psicológico cuando el abuso proviene de una figura paterna (vecinos, sacerdotes, maestros) o involucra fuerza y/o contacto genital”.
Según datos oficiales de EU, 27 por ciento de los pederastas son familiares y se estima que en ese país sólo uno de cada 20 casos de abuso es reportado; en países como el nuestro (donde hay que sumar la desconfianza que la población tiene hacia el sistema judicial) la cifra puede ser mayor. “Las consecuencias para el niño o niña son terribles porque puede vivir en su vida adulta una sexualidad llena de culpa, vergüenza o temor”, afirma Fernández y de la Borbolla. Subraya que “se le debe creer al niño”, así como crear puentes de comunicación y confianza para que pueda expresarse sin miedo. Para Perelman la sociedad ha operado como facilitadora para los abusadores, “porque propiciamos que no se hable de sexo y hablar de sexo es vergonzoso… ese es un clima perfecto para el abusador. Seguramente esto ha sucedido durante mucho tiempo, pero sólo hasta ahora, cuando comienza a haber un clima de mayor apertura, más y más gente está verbalizando y saliendo a denunciar estos abusos”.
TRATAMIENTO PARA PEDERASTAS
La Cámara de Diputados —faltando la ratificación ante el Senado— ha tipificado por primera vez en el Código Penal federal a la pederastia como delito, con penas de nueve a 18 años de cárcel a quien cometa abuso sexual contra niños, inhabilitando al agresor por el mismo tiempo para ocupar cargos públicos y ejercer su profesión. La socióloga Mejía-Iturriaga no considera saludable para la sociedad que los pederastas religiosos tengan privilegios ante una ley laica. “Todas las personas son ciudadanos de un Estado y por lo tanto son sujetos jurídicos. Si alguien comete un delito debe ser sancionado por la ley. Suponer que un pederasta religioso es una excepción lo coloca entonces fuera de la ley y eso implicaría que la ley vale sólo para algunos”.
Independientemente de que sea procesado y purgue una pena como dicta la ley, existen tratamientos clínicos para pederastas (en algunos países son obligatorios) que elevarían las probabilidades de éxito en la prevención de reincidencia. “Fundamentalmente hay dos enfoques terapéuticos para pederastas, uno tiene que ver con procesos de psicoterapia para que no vuelva a ocurrir. Eso está sujeto a una valoración constante del terapeuta que se compromete a seguir el proceso”, afirma Barrios.
El segundo enfoque terapéutico consiste en tratamiento farmacológico que a su vez puede ser de dos tipos, ambos enfocados a inhibir el deseo sexual impulsivo. Los explica Barrios, experto mexicano en ese tema: “Uno es la castración terapéutica a partir de hormonales antiandrógenos. La testosterona es el principal factor biológico que promueve el impulso. Evidentemente en un pederasta ese deseo está alterado. Entonces se mandan inhibidores de la testosterona”. El otro esquema de tratamiento “que también ha dado buenos resultados, tanto en pederastas como en agresores de adultos, es el de inhibidores de la recaptura de la serotonina. Usualmente los empleamos los médicos como antidepresivos, pero en estos casos tienen como objetivo modular el impulso y ha dado buenos resultados”.
Respecto a los niños que han sufrido abuso, dice Fernández y de la Borbolla: “Algunos lo superarán y podrán tener una vida sexual placentera y sin miedos, pero generalmente se queda esta parte del temor hacia una relación con intimidad”. Los expertos coinciden en la importancia de que los sobrevivientes de abuso sexual infantil busquen algún tipo de psicoterapia. “Se puede salir adelante. Queda la herida, pero hay muchas formas de seguir adelante”, concluye Perelman.
Milenio
25 de abril de 2010
sábado, 24 de abril de 2010
Ministros de culto y abuso sexual, ¿existen cifras en México?: Un acercamiento estadístico
6. El nivel individual y la dimensión institucional
Se puede observar en los líderes religiosos que explotan sexualmente a sus congregantes, independientemente de en qué categoría de Fortune (1992) se les clasifique, que siguen a menudo el siguiente patrón de conducta:
Primero, el líder establece, con base en su autoridad religiosa y en la relación como superior jerárquico, vínculos de confianza con una persona particularmente vulnerable. Las vulnerabilidades pueden ser psicológicas, sociológicas y, llamémosle, espirituales. Éstas no son mutuamente excluyentes, todas son susceptibles de ser manipuladas para la gratificación sexual del ministro.
Posteriormente se explota esa confianza personal, basada en factores como la fe y la superstición, así como la relación de subordinación a la autoridad. La explotación puede ser sexual, pero no es extraño que abarque simultáneamente otras esferas como la económica. Asimismo, el modus operandi no siempre es dramático y despiadado. A menudo es gradual y sutil y frecuentemente se utilizan una serie de argumentaciones pseudo-teológicas y diversas formas de manipulación de las emociones.
Las complicidades de los allegados de este tipo de ministros juegan una parte crucial para perpetuar dicha explotación.
Por lo general se trata de complicidades pasivas por parte de asistentes o colegas que se dan cuenta de que están ocurriendo ilícitos, pero optan por guardar silencio y no hacer algo al respecto. La casuística en nuestra cultura indica que este tipo de complicidades suele ser la más frecuente. ¿Qué motiva a clérigos, diáconos, personal administrativo y otros a permanecer callados ante hechos deleznables? Las razones pueden ser muchas, pero las más frecuentes son:
a) Temor a confrontar la problemática o a represalias institucionales.
b) Falta de empatía hacia los seres humanos que sufren – cosa paradójica en ámbitos en donde se asume que la ética cristiana y la justicia son principios primordiales.
c) Fanatismo –entendido como lealtad acrítica y a menudo percibida como irracional– por la institución, secta o iglesia a la que se pertenece. Este punto es crucial psicológicamente, pues se relaciona con la forma en que los miembros construyen su identidad alrededor del grupo religioso en cuestión. El miedo al ver amenazada esa identidad personal lleva a estados de negación de lo obvio: en este caso la existencia de los abusos que se conocen. Se puede utilizar una aplicación del modelo del sociólogo británico Stanley Cohen (2001) para identificar tres niveles de negación: en este caso la negación interpretativa y la implicatoria son las más comunes.
Hay también ramificaciones jurídicas importantes en este punto: el fanatismo incondicional por la agrupación religiosa es la que hace que se confundan los conceptos de lealtad y complicidad institucionales.
d) Complicidad en ilícitos previos. No es infrecuente hallar que ministros, ayudantes, y creyentes por igual, se encuentren atrapados en un círculo vicioso de silencio por haber participado anteriormente en conductas inmorales o ilícitas ellos mismos, sea de manera individual o grupal.
Cuando sus superiores jerárquicos han sido informados de ello, o se han dado cuenta, utilizan esos antecedentes para a su vez chantajear a sus subordinados, obligándolos a callar.
“Si tú dices lo que yo estoy haciendo, yo (o nosotros) digo (o decimos) lo que tú hiciste”. A veces el chantaje es implícito, y existe como regla no escrita que quien denuncia a sus líderes sufrirá la ira de la institución, la cual de inmediato sacará a la luz sus expedientes reales –y a veces inventará otros– para desacreditarlos.
e) Otra causa común de complicidad pasiva –ésta particularmente frecuente en el catolicismo–, son las ambiciones profesionales y las metas vocacionales. La gente que opta por romper el silencio y denunciar, ya sea al interior de la organización, y mucho más si esto se hace hacia afuera, frecuentemente es afectada en sus intereses profesionales.
Factores como la cantidad de tiempo invertido para consolidar una carrera eclesiástica –considérese, por ejemplo, tan solo el tiempo de preparación en el seminario– llegan a influir negativamente en este tipo de decisiones. Asimismo influye la posibilidad de la pérdida de vínculos afectivos y aceptación social del grupo inmediato en subculturas que operan como sistemas totales (Goffman, 1961).
Este factor es peculiarmente relevante por las limitaciones que impone el voto del celibato sacerdotal. No es inusual que colegas (o feligreses) de quienes se atreven a denunciar la violación de derechos humanos al interior de una agrupación religiosa estigmaticen a estos últimos como traidores.
El fanatismo incondicional por la agrupación religiosa es la que hace que se confundan los conceptos de lealtad y complicidad institucionales.
Es también común que sean hostigados jurídicamente durante, o después de un proceso de denuncia. Los costos, pues, son altos en términos de relaciones sociales, intereses profesionales y seguridad personal.
El pragmatismo profesional –la conveniencia de no perder un empleo o poner en peligro el futuro de una carrera o vocación ministerial– a menudo triunfa sobre la ética y el compromiso cristiano de proteger a los más vulnerables de quienes los explotan, fortaleciendo con esto la cultura de la impunidad. Estos comportamientos crean atmósferas propicias para que ocurran abusos religiosos más graves y frecuentes.
7. Círculos de complicidad: el nivel estructural
La complicidad activa, sin embargo, es mucho más nociva y peligrosa que la pasiva, sobre todo cuando involucra a figuras con más autoridad que el mismo ministro que delinque.
A menudo la complicidad activa, el participar para favorecer o permitir que se realice o continúe la explotación de un feligrés por parte de un líder religioso, adquiere dimensiones estructurales o sistémicas. Esto significa que no es ya sólo un ministro que a título personal abusa de su posición mientras sus colegas y subordinados callan, sino que superiores jerárquicos, o aun oficinas o instancias enteras dentro de la organización religiosa, están coludidas. Esto es particularmente grave ya que –cualesquiera sean los argumentos para no actuar– dichas instancias internas están facultadas con el rango y la capacidad para impedir que se perpetúen más conductas ilícitas. La inacción en este caso refuerza dramáticamente la atmósfera de impunidad.
En una entrevista con el semanario Proceso (Vera, 2002) he esbozado ejemplos de la naturaleza de este tipo de estrucuras y cómo institucionalizan el encubrimiento y promueven campañas de desinformación al respecto.
La complicidad activa en altas instancias religiosas es la más destructiva contra el feligrés, pues todos los mecanismos internos para reparar o prevenir abusos están controlados por la consigna de proteger la imagen institucional y lo que el antropólogo Elio Masferrer (2000a y 2000b) llama el capital simbólico del grupo religioso. En el caso del catolicismo, factores como el derecho canónico mismo, nociones culturales de la sacralidad de los sacerdotes y determinados dogmas teológicos se utilizan con frecuencia como marco ideológico ad hoc para intentar justificar dichas estrategias.
Si, además, el contexto en donde se desarrollan los abusos es una sociedad poco instruida en los derechos humanos, en la cual la cultura de la impunidad y la corrupción están fuertemente arraigadas por razones históricas, los resultados en términos de impacto social son trágicos, pues los grupos religiosos se convierten en espacios idóneos para explotar las creencias, cometer crímenes y perpetuar las condiciones para que se violen los derechos humanos generación tras generación.
8. Conflictos con la autoridad civil
La falta de autocrítica y de autogobierno de muchas iglesias está llevando, como bien se apunta en el libro editado por Gary Collins, a la intervención de los gobiernos civiles en un terreno que por mucho tiempo se consideró asunto interno de las iglesias, para proteger a los ciudadanos. Teniendo en mente la crisis por la que pasa actualmente el catolicismo en los
Estados Unidos, las palabras de Mosgofian, escritas en 1995, suenan casi proféticas cuando previno que la epidemia de abusos sexuales por parte de ministros de distintas denominaciones bien podría llegar a “ser el Waterloo de la Iglesia en Occidente”. Dice Mosgofian:
Si la Iglesia no decreta un alto y toma control efectivo sobre
aquellos de sus ministros descarriados, el Estado tomará control
de la Iglesia y aplicará severos castigos sobre los transgresores y
sobre la Iglesia en general (Mosgofian y Ohlschlager, 1995).
Ese procedimiento ya ha comenzado en Boston, Massachussets, con la Iglesia Católica, sentando un importante antecedente jurídico. El 26 de septiembre de 2002, el Juez de la Suprema Corte, Constance Sweeny ordenó a la Arquidiócesis de Boston entregar a la justicia todos sus expedientes privados sobre sacerdotes acusados de paidofilia de cincuenta años atrás a la fecha (REUTERS, 2002). El argumento jurídico detrás de la orden judicial es la presunción de que es demostrable, en términos legales, un patrón institucional de encubrimiento.
A la larga, pareciera estar en el mejor interés de la imagen institucional de las iglesias –ciertamente lo está en el de los feligreses– el transparentar, voluntariamente y a tiempo, los ilícitos sexuales de sus ministros.
Conclusiones
Con el análisis de las cifras y casos hasta aquí expuestos, a la luz de la literatura especializada existente, podemos llegar a varias conclusiones: a) Los abusos religiosos son un fenómeno real y cuantificable, que en general no respeta fronteras denominacionales; b) los grupos sociales más vulnerables son los menores de edad y las mujeres; c) las estadísticas existentes, aunadas a datos empíricos, indican que los abusos de explotación y agresión sexual están entre los principales tipos de abusos; d) en esta última categoría hay un abanico de matices –desde la violación repetida de niños, hasta la relación de explotación ministro-oveja con personas adultas. En algunas organizaciones religiosas predomina más un tipo y en otras otro. Asimismo, existe distinta disposición por parte de los feligreses, grupos de afectados y aun líderes, para denunciar ilícitos dependiendo de la denominación o grupo de que se trate; e) en países como los Estados Unidos, los ministros de prominentes denominaciones e iglesias tienen estándares de ética profesional más bajos e índices más altos de involucramiento sexual con sus feligreses que los especialistas de la salud seculares con sus pacientes.
El hecho mismo de que algunas estadísticas hayan sido proporcionadas y otras reconocidas por algunas denominaciones sugiere, por un lado, que hay organizaciones religiosas que desean hacer cambios de fondo para prevenir dichas conductas. Algunos de los estudios citados al principio, han sido realizados por las mismas agrupaciones religiosas para tratar de medir la magnitud del problema e implantar soluciones. Otras iglesias y sectas, sin embargo, se empeñan en minimizar o negar la existencia y magnitud del problema a su interior. La prevalencia de esta negación, el ocultamiento de información y la secrecía encubridora hacen hoy más que nunca necesarias las investigaciones independientes para tratar de cuantificar el número y tipo de abusos pastorales en muchas organizaciones. Ante estos escenarios, y para poder llevar a cabo con solvencia este quehacer, los investigadores enfrentan importantes retos metodológicos para poder tener acceso a información tan bien custodiada.
Aunque el énfasis de este trabajo ha sido cuantitativo, no se pueden soslayar las dimensiones cualitativas del fenómeno. Al estudiar la incidencia y la etnografía del abuso sexual por ministros religiosos, se observan patrones significativos de conducta que pueden ayudar a inteligir las causas.
Se enunciaron de manera sucinta algunos de los factores principales de la etiología. Una descripción mucho más extensa, con base en estudios de caso recopilados por el autor a lo largo de diez años de investigar el tema en nuestra cultura, se publicará próximamente en un libro. La complejidad y amplitud del fenómeno no permiten ser exhaustivos y requieren acotar la discusión. En este caso, considero que los factores más pertinentes por comentar son las relaciones entre los líderes que abusan y las instituciones en que ocurren los ilícitos.
Existe, pues, una dimensión personal y una dimensión estructural del problema y ambas están interrelacionadas a varios niveles.
NOTAS:
1. Maura O’Donohe, coordinadora en turno del programa sobre el SIDA de CARITAS International, presentó un informe al respecto al presidente de los Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica en Roma el 18 de febrero de 1995. La Dra. O’Donohe, religiosa de las Misioneras Médicas de María, confirmó y documentó la explotación sexual contra las monjas en África.
2. Averiguación Previa Núm. 3497/997/DRS. Procuraduría de Justicia del Estado. Causa Penal Núm. 6/1998/1. Asimismo, Resolución de la Sexta Sala del Tribunal de Justicia del Estado (T.1073/2001).